lunes, 21 de julio de 2025

«Una sola cosa es necesaria, permanecer junto al Señor»... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY

 

Ya son varios los que me preguntan que si ya fui a Disneylandia... la respuesta es un rotundo ¡No!, porque no vine a Los Ángeles de vacaciones sino a la Asamblea Nacional de Van-Clar en la cual estamos metidísimos y muy contentos. Los grupos de Van-Clar (grupos de misioneros seglares que son una de las expresiones del carisma de Madre Inés) en esta zona de California, son muy especiales, pues están compuestos por gente de varias nacionalidades que comparten la alegría de vivir el compromiso misionero dando testimonio de vida cristiana en el lugar donde se encuentran y poniéndose a disposición para reforzar, con su valiosa ayuda de toda clase y venciendo cientos de obstáculos, nuestros lugares de misión, incluso con su presencia física en estos benditos lugares. Es fácil encontrarlos en Semana Santa o en verano en Sierra Leona, en India, en México en La Florecilla, en El Tigre... además del arduo trabajo que desempeñan todos, casado y solteros en sus comunidades parroquiales. 

 

La vida del misionero es así. La Beata María Inés decía que «la misión no es poesía sino prosa... ¡y pura prosa prosaica!», porque se camina a la sorpresa de Dios. El conocido pasaje de Marta y María que el Evangelio de hoy nos narra (Lc 10,38-42), en la casa de estas dos mujeres hermanas de Lázaro, ilustra de manera maravillosa la tarea misionera de estos hermanos nuestros que funden en sus vidas de laicos a Marta y a María en una sola persona. Y es que hay que ver que Nuestro Señor no riñe a Marta porque sirva en mil y una actividades con el aseo de la casa, lo que le critica es que se olvide de escucharle, de encontrarse con Él, de priorizar el estar haciendo mil diligencias y olvidarse de la única necesaria para nutrirse: la escucha de su palabra en su presencia. Sólo desde un trato constante y cotidiano con Jesús en la oración, en la celebración de la Eucaristía, en la vivencia de los sacramentos, en la vida del grupo, en la formación doctrinal, es posible gastar la vida en el servicio de la misión.

 

Cuando uno ve a gente como nuestros hermanos laicos Vanclaristas exponer el informe de sus actividades en la tarea misionera, vale la pena preguntarse: ¿Cómo nutro yo mi vida cristiana, cómo la alimento y la sostengo? ¿Me dejo encontrar por Dios que está buscando salir a mi encuentro para llenarme de promesas de vida que puedo compartir con los demás? ¿Me fío de que su Palabra es mayor que mis anhelos, mis expectativas y esperanzas? ¿Soy capaz de aceptar quebrantos y sufrimientos por amor a Dios y a los demás sin desalentarme en la tarea de evangelizar? Lo mismo daría un activismo sin experiencia profunda de Dios, sin teofanía, sin escucha del Verbo, sin la memoria constante de la presencia de Cristo en nuestra vida, que una vida pasiva solamente a la espera de que venga alguien y nos hable de Dios. Lo mismo, una cosa y otra, es afán vacío. Una sola cosa es necesaria, permanecer junto al Señor, vivir por Él, con Él y en Él. ¡Bendecido domingo!

 

Padre Alfredo.

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