Luego de haber terminado el sábado pasado en la liturgia de la palabra de misa el libro del Génesis. Hoy nos situamos en el inicio del libro de Éxodo, un libro de suma importancia para conocer y entender la historia del pueblo escogido y también su religión, el judaísmo. El escritor sagrado empieza haciendo un breve recorrido de cómo se encontraba el pueblo después de la salida de José de Egipto y del cambio del Faraón. El pueblo había crecido mucho y gracias a José habían adquirido buenas tierras, y los egipcios, por enviada y órdenes del Faraón, cambiaron las condiciones vitales para los hebreos. Aquí vemos las medidas de represión que tomaron contra ellos. Esclavitud, excesiva dureza en el trabajo, matanza de todos los que podrían nacer. Dios interviene y narra la liberación de Moisés y su historia.
Dios escogió a Moisés para liberar a su pueblo. ¿Por qué él? La elección que Dios hace de nosotros es siempre un misterio divino. Dios elige a quien Él quiere para propósitos específicos, y estas elecciones pueden compararse en ciertos aspectos a la de Moisés. En la Escritura, Moisés es elegido por Dios e inicialmente se siente inseguro y con dudas sobre su capacidad, pero Dios lo equipa con señales y le asegura su presencia. Si bien la historia de Moisés es única, la idea de ser elegido por Dios para una tarea específica es un tema recurrente en las Escrituras. Dios elige a personas de diferentes orígenes y circunstancias para cumplir diversos propósitos. Estas elecciones a menudo implican desafíos, pero también la promesa del apoyo divino y la oportunidad de servir a un propósito mayor.
En el Nuevo Testamento, nuestro Señor Jesucristo comparte una verdad fundamental con sus discípulos: «No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto y su fruto permanezca; para que todo lo que pidan en mi nombre, el Padre se los conceda.» (Jn 15,16). Sí, Dios nos eligió primero. ¡Qué verdad tan maravillosa para guardar en nuestros corazones! Nos dirigimos a Él porque Él nos eligió primero. Los apóstoles, al igual que Moisés, también entendieron la importancia y las implicaciones de lo que significa ser elegido por Dios. Por el Bautismo hemos sido elegidos por el Señor y nos ha consagrado como profetas, sacerdotes y reyes. Dios nos ha enviado a llevar la Buena Nueva a los demás con la Palabra y con el testimonio de vida. Entonces... ¡somos apóstoles de Jesucristo, sus discípulos–misioneros! Pidamos a María, la que también fue elegida por el Señor para una misión específica bastante clara, que nos ayude a responder al llamado como Moisés, como los Apóstoles, como ella. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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