martes, 15 de julio de 2025

«No a la dureza de corazón y a la soberbia»... Un pequeño pensamiento para hoy


Nuestro día a día está hecho de cosas pequeñas... «¡microscópicas!» la mayoría de ellas. Desde una sonrisa al amanecer hasta un saludo en calle, desde un apretón de manos al saludar hasta llamar a las personas por su nombre. Son esas «microscópicas» acciones las que abren la puerta a historias que, entrecruzándose van siendo manifestaciones de la presencia de Dios en el mundo. En estos días estaremos leyendo la historia de Moisés, una figura clave del cristianismo, conocido por su papel de profeta, legislador y líder en la Biblia. Aparte de Jesús, Moisés, prácticamente es el personaje más conocido de la Biblia. El papel de Moisés en el Antiguo Testamento, es una sombra y tipología del papel que Jesús desempeña en el Nuevo Testamento. La vida de Moisés es una de las más fructíferas que recuerda la historia. La de mayor influencia. Siempre hemos sabido que fue el mayor poeta, el mayor legislador, el mayor conductor de pueblos, el mayor general, el mayor historiador. “Su vida está ligada con todo lo que ha constituido progreso humano”. Su vida ha sido una gran bendición para su nación y para el mundo. Muchos han aprendido a través de Moisés lo que es el verdadero éxito en la vida y en el servicio de Dios.

Moisés nació «pequeño» como nosotros; Según narran algunos arqueólogos. es curioso el modo de actuar de Dios. Este pequeño niño, «salvado de las aguas›, tras una infancia feliz en la corte del faraón, un día descubre, con sorpresa, el sufrimiento de sus hermanos, los hebreos, los marginados de aquella sociedad egipcia. La atención a sus hermanos le procuró una situación difícil de afrontar, lo que le obligó a huir a otra tierra buscando seguridad. La historia sigue y Dios se valdrá de Moisés para ayudar a su pueblo a caminar hacia la libertad. Cuando Dios quiere enseñamos las cosas que realmente importan, y quiere dejarlas profundamente grabadas en nuestra mente, lo hace mediante vidas. Por eso Elena de White dice que “como medio de educación, ninguna porción de la Biblia es de mayor valor que sus biografías. De hecho, parecería que la Biblia está escrita más en vidas que en conceptos. Parece que Dios quiso enseñamos mucho de lo que quizá sería difícil entender en conceptos, ejemplificándolo en vidas. La Biblia llega a ser así, un registro del amor de Dios a través de la vida de sus hijos.

La vida de Moisés constituye un testimonio notable del amor y de la justicia de Dios. Llevó sobre sus hombros «la mayor obra jamás confiada a hombre alguno» y conservó su sencillez. Ojalá todos fuéramos así, pero incluso Jesús, que predicó incansablemente, se topó con gente soberbia y necia; gente a quienes se les subieron los humos y por eso hoy reprende a las ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm. Jesús se lamenta y reprende con dureza a estas ciudades, porque, a pesar de haber sido testigos de la mayoría de sus milagros, sus habitantes no se querían convertir de lleno y más bien se llenaban de soberbia. Jesús las compara con las ciudades paganas de Tiro y Sidón, e incluso con la pecadora Sodoma, afirmando que en el día del Juicio Final, el castigo será más severo para aquellas ciudades judías que, habiendo recibido la gracia de su presencia y sus obras, se negaron a creer y a cambiar de vida, demostrando una dureza de corazón incomprensible. ¡Cuánto hay que hacer! Aunque seamos tan pequeños como Moisés cuando lo descubrieron de bebé en una canasta embadurnada para que no se hundiera en el río. Que María nos ayude, porque ella, siempre se sintió pequeña y por eso dejó suficiente espacio al Señor en su vida. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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