¡Cuánto necesitamos de la gracia de Dios! Dios ama a los pecadores (Rm 5,8) y envió a Su Hijo a este mundo para salvarnos (1 Tim 1,15). El arrepentimiento es el plan de tratamiento, y el perdón es la cura que Nuestro Señor nos ofrece. «Los que están bien» o «los sanos» no necesitan de un médico. Los fariseos creían que estaban sanos y que no necesitaban un médico, pero, en realidad, estaban engañados, porque la soberbia ciega, paraliza, enferma y termina aniquilando a la persona. Anoche Cayín, como despedida de mi viaje, me regaló el gozar del musical de «El Rey León» en el teatro el teatro que especialmente fue construido para ello aquí en Hamburgo desde el año 2001 con más de 11 millones de espectadores en más de 6000 representaciones hasta nuestros días y con la misma producción de Londres y Broadway. Yo vi la película de dibujos animados en 1994 más o menos y poco recordaba. Gracias a la sinopsis previa que me hizo mi sobrino postizo pude ir siguiendo la trama en la que aparece un personaje llamado Scar, en que fluye la soberbia en todo su esplendor sintiéndose que es el indicado para ser el rey en ausencia de su hermano Mufasa, a quien cobardemente ha asesinado, culpando al heredero del trono Simba de dicho crimen.
La soberbia de Scar se engolfa su ambición desmedida por el poder, su manipulación y su falta de empatía. Se ve a sí mismo como alguien muy superior y merecedor del trono, despreciando a quienes considera inferiores, como las hienas quienes opina fácilmente controlando o que hacen. Me parece encontrar en este personaje muchos detalles que denotan el ser y quehacer de los fariseos que aparecen en el Evangelio, y digo esos porque seguramente habría fariseos buenos también. Scar no pudo comprender que Simba era en realidad mejor persona y gobernador que lo que nunca podría ser él. No pudo entender que Simba le diese una oportunidad para escapar y menos teniendo en cuenta que simplemente tenía que ordenar su ejecución como nuevo rey. Los fariseos tampoco entendieron nada y por eso no se dejaron curar. Pidamos a Jesucristo que nos cure y acudamos a la intercesión de Santa María, Salud de los enfermos… ¡Ah!, si pueden, vean «El Rey León». Yo Dios mediante volaré en un rato a Frankfurt, de allí a mi querida «Selva de Cemento»y luego a Monterrey en un viaje de unas 19 horas en total, más o menos. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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