Sin embargo, como afirmé hoy en Instagram, yo sigo publicando como todo un influencer, aunque sea de la era neolítica, la última de la era prehistórica. Y que curioso, pero cuando leo escenas bíblicas como la de la primera lectura de hoy sobe la primogenitura de Jacob (Gn 27,1-5.15-29), mi mente no se puede quedar solamente viendo lo escrito, sino que vuela imaginando todo aquello, contemplando rostros, acciones, olores, texturas... flechas, aljaba, arco, ropa fina, piel de cabritos, un padre anciano, una mamá astuta, un brazo velludo, el cuello, el guisado (que más adelante se sabe que era de lentejas), el pan, una silla, el vino... Sí, «Una imagen vale más que mil palabras». Al considerar desde la imagen esta historia de Jacob y Esaú como parte del plan de Dios para la transmisión de su bendición, tanto espiritual como material, podemos captar con qué maestría esta fascinante imagen nos deja una conclusión lógica, utilizando con brillantez personajes demasiado humanos, arraigados en la imagen de la tierra, para promover la voluntad de Dios.
En esta imagen, mucho más que las palabras, saltan a la vista las imperfecciones de los personajes, sus naturalezas defectuosas y sus luchas, así como sus logros para alcanzar lo anhelado, lo que da vida al texto llano; una vida que aún nos habla hoy como lo hizo en tiempos bíblicos. Hay que estar atentos a las señales a lo largo del camino, más obviamente en los nombres simbólicos de los hermanos: Esaú «el rudo»; Jacob «el que sostiene el talón» o «que Dios te proteja»; también en los contrastes de sus ocupaciones: Esaú el cazador, Jacob el que vive en tiendas; y por último, en los personajes cuidadosamente construidos de su padre y su madre, quienes también juegan papeles distintivos en el pasaje. Así, creo que para comprender plenamente esta y muchas imágenes, fotografías, mapas mentales y el sin fin de cosas que hoy expresan más que palabras, se necesita un corazón alegre, un corazón puro, un corazón renovado que viva plenamente el Evangelio sin distorsión alguna. «¡Qué difícil! dirá más de uno... pero así es. Que María, la mujer de ojos brillantes por la gracia, que vio tantas imágenes y las supo interpretar, nos ayude. ¡Bendecido sábado desde la tierra del Cerro de la Silla!
Padre Alfredo.
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