sábado, 26 de julio de 2025

«Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús»... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY

Celebramos hoy la memoria de los santos Joaquín y Ana, los padres de la Virgen María, por tanto, se trata del festejo de los abuelos maternos de Jesús, de los que constan sus nombres gracias a los evangelios apócrifos, no así e los padres de José, que ni la más remota idea de quiénes fueron tenemos. Por eso hoy, en muchas partes del mundo se le rinde honor a los abuelos, de manera que, antes de comenzar mi reflexión vaya hoy mi felicitación a todos los abuelos con un especial recuerdo en la Misa de este día. Yo conocí a dos de mis abuelos: Gerónimo, el papá de mi madre y Dora Hermila, la mamá de mi padre. Los recuerdo con gran cariño y guardo recuerdos de la peculiar personalidad de cada uno, pues puedo presumir que tuve abuelos muy fuera de serie. Un abuelo que pedía las cosas «para ayer», sumamente activo, de los primeros ingenieros en Monterrey, constructor del Ángel que está en la Calzada Madero y el famoso y extinto cine Encanto, el colegio Franco Mexicano de Vasconcelos y los comedores del antiguo Seminario de Monterrey. Por otra parte, una simpática abuela que siempre traía su pasaporte y un cambio de ropa en su inmensa bolsa de mano a la que llamaba «mi bolsón de Mapimí». ¡Felicidades a todos los que son abuelos, abuelas o hacen esa función, aunque no lo sean de manera biológica!

Pasando ahora a mi reflexión, siempre bajo el amparo de Joaquín y Ana, voy al Evangelio de hoy (Mt 13,24-30), el conocido relato del trigo y la cizaña. Esta parábola nos habla del contraste entre nuestro reloj y el de Dios, entre nuestra impaciencia y su paciencia. A través de ella, Jesús ofrece una reflexión sobre el Reino de Dios en la perspectiva dualista: la cizaña crece mezclada con el trigo porque de noche, cautelosamente, se acercó el Maligno al campo y sembró las semillas del mal en medio de las buenas semillas sembradas por Jesús. La actitud del Maligno es crear confusión en medio del campo, tratando de llamar al mal bien, y al bien mal. Este indecente sabe muy bien, cuál es el momento oportuno y está al acecho para sembrar el mal.

Las dos semillas, la cizaña y el trigo, crecen juntas en medio del campo; se entremezclan sin distinción alguna; por eso es necesario dejar que crezcan juntas, para evitar que, recogiendo la cizaña, se arranque con ella también el trigo. Ya llegará la hora de la cosecha donde se podrá ver muy bien la diferencia, porque al germinar el trigo la espiga es muy distinta y eso permitirá reconocer quién es quién. Jesús les da a sus discípulos una lección de paciencia que a veces a nosotros nos hace falta y que, los que ahora son abuelos, nos enseñan lo que eso es y sus efectos. Dios ya sabe que existe el mal, pero tiene paciencia. ¿Quiénes somos nosotros para desesperar de nadie y para tomar medidas drásticas, con un corazón sin misericordia? Aprendamos de nuestros mayores, que han sabido esperar. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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