Nos podemos hacer, a la luz de esto, mientras seguimos caminando a la luz pascual, algunas preguntas: ¿Quién de nosotros aceptaría ver su vida desparramada? ¿Quién de nosotros toleraría que su existencia simplemente corriese? ¿No nos interesa tenerla verdaderamente rica, no nos interesa tenerla verdaderamente comprometida junto a Jesucristo nuestro Señor? Nuestro encuentro con Él no se puede quedar en palabras, nos llenamos de Él y experimentamos la necesidad de llevarlo a los demás. Esto es obra de todos los días, es un compromiso cotidiano que está en nuestras manos, porque nuestra relación con Él la hemos tomado en serio.
Cierto que nuestro compromiso con Él nace de un corazón decidido, pero que tiene que transformarse en acción eficaz, en evangelización para el bien de los hombres. Vamos a pedirle a Jesucristo, rogando que su Madre interceda por nosotros, que nos conceda la gracia de recoger con Él, la gracia de estar siempre a favor de Él, de escuchar su voz y de caminar por el camino que Él nos muestra, para ser entre los hombres, una luz encendida, un camino de salvación, una respuesta a los interrogantes que hay en tantos corazones, y que sólo nuestro Señor Jesucristo puede llegar a responder. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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