El día de hoy la primera lectura (Is 49,8-15) es un poema del profeta Isaías, un pasaje que es uno de los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé y que nos prepara para ver luego en Jesucristo al enviado del Padre. Es un canto que resalta el amor de un Dios que quiere a su pueblo, a pesar de sus extravíos. Un Dios que es pastor y agricultor y médico y hasta madre. Un dios que se prepara a salvar a los suyos del destierro, a restaurar a su pueblo. Las imágenes se suceden: «digan a los cautivos: salgan; a los que están en tinieblas: vengan a la luz». Dios no quiere que su pueblo pase hambre ni sed, o que padezcan sequía sus campos: «los conduce él, siempre compasivo y los guía a manantiales de agua»... «¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura? Pues yo no te olvidaré».
Este texto nos ayuda a ver con claridad y vivir plenamente este tiempo de la Cuaresma que es un camino hacia la Pascua. Debemos tener muy en claro que se trata de un tiempo transitorio de mayor intensidad en el aspecto penitencial que nos ayuda a convertir el corazón para abrir espacio al Señor Resucitado. Isaías anuncia al pueblo que tras el cautiverio vendrá la libertad, tras las tinieblas llegará la luz, tras la amargura y lágrimas por la ausencia de Dios vendrá su presencia amorosa y providente. Así nosotros, en este tiempo de Cuaresma debemos mantener la esperanza, pues llegará la Pascua. Que María, Nuestra Señora de la Esperanza nos ayude a mirar hacia la Pascua mientras seguimos el camino cuaresmal. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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