Los discípulos de Jesús eran, como todos nosotros, fruto de la realidad cultural de su época. Ellos estaban convencidos de que el mesianismo de Jesús era la inauguración de un tiempo de fortalecimiento político y militar, y no habían entendido que el mesianismo de Jesús iba más bien por el servicio y la entrega al hermano, dando incluso la vida si fuera necesario. La madre de los Zebedeos le pide a Jesús que otorgue puestos preeminentes a sus hijos en el «Reino» que Jesús iba a iniciar. Ella estaba imaginando, por lo que seguramente sus hijos comentaban, que el Reino que quería instaurar Jesús era un reino de triunfalismo, un reino con una nueva política, un reino de mundo.
Pero el Reino que Jesús proyectó y que se comenzó a establecer, es un Reino que choca con todas las estructuras de poder y de muerte que existían en la Palestina del tiempo de Jesús. Jesús se ve precisado a enseñar a sus discípulos que es necesario cambiar los esquemas simbólicos mentales para abrir paso al Espíritu de Dios para que sea él quien vivifique la comunidad del Resucitado, y sea posible una organización nueva de la sociedad por la que todos sean hermanos entre sí, ya que el Padre es común, es el mismo para todos. Vamos camino a la plenitud de este Reino que se dará en la Pascua eterna. Mientras tanto, caminemos de la mano de María hacia la celebración de la Pascua. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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