Jesús nos ilumina con una gran enseñanza, anticipándonos su muerte en la cruz. Él hace referencia al grano de trigo que debe morir para dar fruto abundante, también nos dice que hay que perder la vida para conservarla para la vida eterna y nos dice que donde está Él, debe estar el discípulo–misionero que quiera seguirle. Perder la vida como el grano de trigo es el camino del Maestro y, por lo tanto, también es el camino de su seguidor o seguidora. Este es el camino que escogió san Lorenzo, seguir a Jesús entregando su vida por Él en el fuego de la parrilla.
El que entrega su vida por los demás, ama de verdad, se olvida de su propio interés y de su propia seguridad y lucha por una vida digna y libre para todos. El martirio de san Lorenzo, como vemos, sucedió en los orígenes de la Iglesia, pero siempre los mejores cristianos han dado su vida por los demás siguiendo el ejemplo de Jesús. Ahora nos toca a nosotros y nos podemos preguntar cada uno de nosotros: ¿Hasta dónde estoy dispuesto a llegar por Cristo? Que la santísima Virgen nos alcance del Señor la valentía para, si es preciso, dar la vida anunciando el Reino de su Hijo Jesús. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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