domingo, 14 de agosto de 2022

«No he venido a traer la paz sino la guerra»... Un pequeño pensamiento para hoy


El ser fieles al evangelio de Jesús en medio de la sociedad en que vivimos, muchas veces nos produce conflictos. Estamos en medio de un mundo que tiene una longitud de onda distinta de la del discípulo–misionero de Cristo, un mundo que aprecia otros valores, un mundo que razona con una mentalidad que no es necesariamente la de nuestro Señor Jesús. Y muchas veces, ante nuestras propuestas, que son las de Cristo, reacciona con indiferencia, hostilidad, burla o incluso con una persecución más o menos solapada ante nuestra fe. Tener fe hoy, y vivir de acuerdo con ella, es una opción seria.

No se puede compaginar alegremente el mensaje de Cristo con el de este mundo porque no se puede «servir a dos señores» (Mt 6/,24; Lc 16,13). La visión del mundo que Jesús nos va ofreciendo en las páginas de su evangelio tiene muchas veces puntos contradictorios con la visión humana de las cosas. Ser cristiano es optar por la mentalidad de Cristo aunque eso produzca guerra, como dice Jesús en el evangelio de este domingo (Lc 12,49-53). El evangelio es un programa de vida para fuertes y valientes. No nos exigirá siempre heroísmo —aunque sigue habiendo mártires también en nuestro tiempo, como lo estamos viendo ahora en Nicaragua—, pero sí nos exigirá siempre coherencia en la vida de cada día, tanto en el terreno personal como en el familiar o sociopolítico.

El mismo Cristo, que luego diría: «mi paz les dejo, mi paz les doy», No ha venido a traer paz, sino guerra, porque nos asegura que esa paz suya debe ser distinta de la que ofrece el mundo y eso traerá guerra con quienes sean partidarios del mal, del egoísmo, del pecado. El Señor nos asegura que ha venido a prender fuego en el mundo: quiere transformar, cambiar, remover. Y nos avisa que esto va a dividir a la humanidad: unos le van a seguir, y otros, no. Y eso dentro de una misma familia. Cristo —ya lo anunció el anciano Simeón a Marías santísima— se convierte en signo de contradicción y en algunas ocasiones nosotros también. Que la Virgen interceda por nosotros y seamos valientes para vivir la fe. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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