Naturalmente, como pasa siempre con las parábolas, hay detalles exagerados o inusuales, que sirven para subrayar más la enseñanza que Jesús busca. Así, la tardanza del novio hasta medianoche, o la negativa de las jóvenes sensatas a compartir su aceite con las demás, o la idea de que puedan estar abiertas las tiendas a esas horas, o la respuesta tajante del novio, que cierra bruscamente la puerta, contra todas las reglas de la hospitalidad oriental nos quieren decir algo.
El Señor Jesús quiere transmitir esta idea: que todas tenían que haber estado preparadas y despiertas para la llegada del novio. Su venida será imprevista. Nadie sabe el día ni la hora. Que no falte aceite en nuestra lámpara. Es lo que tenían que haber cuidado las jóvenes antes de echarse a dormir. Todos somos invitados a la boda, pero tenemos que llevar aceite. Y como «no sabemos ni el día ni la hora» la vigilancia diaria, hecha de amor y seriedad, nos va preparando para que no falte aceite en nuestra lámpara. Que María Santísima interceda por nosotros para estar listos. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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