martes, 30 de agosto de 2022

El tesoro y la perla... Un pequeño pensamiento para hoy...


La comparación del Reino de los cielos con el tesoro escondido y la perla fina (Mt 13,44-46) es un tema muy conocido en el Evangelio. Hoy forma parte de la liturgia de la palabra en Misa y nos viene a traer mucha luz en medio de un que vive hundido en un reino espiritual de tinieblas donde el hombre es esclavo del pecado. Jesús ofrece un reino diferente, un reino de justicia y libertad y compara el Reino de los cielos con estas dos cosas: el tesoro escondido y la perla de gran precio. Las dos parábolas nos enseñan que el hombre se esfuerza trabajando y buscando cosas buenas sin saber que Cristo es el mayor tesoro y la perla preciosa que pueden encontrar en la vida para darle sentido.

La primera parábola compara el reino de Dios con algo de gran valor que está oculto, se trata de un tesoro. Aquí vemos a un hombre que trabaja duro en un campo si saber que hay un tesoro escondido. Muchas personas hoy en día viven afanadas trabajando por sus sueños y proyectos personales, viviendo en la ignorancia de sus pecados sin saber la riqueza que el evangelio les ofrece a través de Cristo. Cuánto bien podemos hacer si ayudamos a que la gente encuentre este tesoro de gran valor. Como discípulos–misioneros de Cristo podemos mostrar al mundo la alegría de haber encontrado el tesoro de Cristo.

Luego, en la segunda parábola, Jesús nos dice que el reino de los cielos es semejante a un hombre que busca buenas perlas. Las perlas eran consideradas un gran tesoro en los tiempos de Jesús. El hombre encuentra una que es superior a todas las que había encontrado. Muchas personas son como este mercader, van por todo el mundo en busca de lo mejor para su vida, riquezas, placeres, éxito, etc., pero no saben que la vida que el evangelio les ofrece a través de Jesús es superior a todas las cosas que el mundo le ofrece.  Pidamos a Dios por intercesión de María santísima que seamos capaces de ayudar a los demás a encontrar el tesoro escondido y la perla preciosa. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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