jueves, 15 de julio de 2021

«Vengan a mí los que están fatigados y agobiados»... Un pequeño pensamiento para hoy


Tres versículos apenas componen el Evangelio que corresponde a este día en la liturgia (Mt 11,28-30). Un Evangelio que, aunque breve, es muy rico en contenido y consolador por demás. Jesús nos invita, a los que podemos sentirnos «fatigados y agobiados» en la vida, a acercarnos a él: «vengan a mi». Además nos invita a aceptar su yugo, que es llevadero y suave. Los doctores de la ley solían cargar fardos pesados en los hombros de los creyentes. Jesús, el Maestro verdadero, no. El nos asegura que su «carga es ligera», y que en él «encontraremos descanso».

El seguimiento de Jesús es el camino para hacernos sus discípulos–misioneros y revestirnos del hombre nuevo. Todo discípulo–misionero debe hacer el camino con sencillez y humildad, aprendiendo las actitudes que le permiten ver con mirada limpia el rostro de Dios manifiesto en la humanidad atormentada y agobiada. Por esto, Jesús nos invita para que nos acerquemos a él y asumamos la nueva forma de vivir la vida, lejos de legalismos inútiles y sofocantes. La ética de Jesús se resume en un incondicional amor al prójimo como fruto de una experiencia de Dios como Padre. La nueva ley nos lleva a experimentar el gozo de la salvación y a actuar como verdaderos hijos de Dios. Para que esto sea posible, es necesario aprender de Jesús, que es «manso y humilde de corazón».

Así, con la enseñanza de hoy, vemos que aceptar la propuesta del Reino implica adherirse vitalmente a su causa y a la persona de Cristo en dos aspectos: uno que es personal: «soy manso y humilde de corazón»; y otro que es pedagógico para quien quiera seguirle: «porque mi yugo es suave y mi carga ligera». Estas palabras de Jesús son una invitación y un aliciente a romper con todas las ataduras que genera la ley por la ley y sus maestros —escribas y fariseos— y aceptar sus propias enseñanzas que liberaban de estas cargas e invitan a vivir con alegría una nueva propuesta de vida, la alegría del Evangelio. Recurriendo a María Santísima encontraremos un corazón que late al unísono del corazón de Jesús y nos alentará a seguirle muy de cerca. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

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