La escena del Evangelio de hoy es, pues, muy sencilla pero llena de matices humanos y significativos. Los doce, de vuelta de su primer envío —de dos en dos— cuentan a Jesús lo que han hecho. No se nos dice si prevalecían los éxitos o los fracasos. Pero es interesante que revisen su primera experiencia de pastores junto a Cristo, y en grupo. El que tiene la tarea pastoral o se dedica al servicio de los demás necesita el reposo de la oración, de la contemplación junto a Cristo: reponer fuerzas, profundizar motivaciones, discernir sus actuaciones. Y hay, en la escena, un gesto muy humano de Jesús: les invita a descansar, en la soledad. El también sabe lo que es la fatiga y busca a veces la soledad —en el monte, en el campo, o de noche—. No es bueno el «estrés», aunque sea espiritual. «No tenían tiempo ni para comer». Todos los que trabajan, también por el Reino, necesitan una cierta serenidad, y equilibrio mental y psíquico, aunque esta vez, en el Evangelio fracasó este intento de retiro espiritual, porque la gente les siguió agobiando con su presencia.
Pero esa gente, es la gente que les esperaba con el mensaje de Jesús, y él, el Maestro, les enseña, que la caridad pastoral no puede esperar. Los apóstoles son el modelo de todo discípulo–misionero que debe estar totalmente entregado a su misión. El discípulo–misionero sabe que debe dedicar su tiempo a los demás. Y cuando se le ofrece tiempo para él mismo, como los apóstoles en aquel descanso, sabe renunciar a él si es necesario, siguiendo el ejemplo de Jesús: sigue atendiendo a la gente, con calma, sin hacerse del rogar. Tener tiempo para los demás es el colmo de una vocación pastoral en la Iglesia. Con lo que supone de renuncia a los propios planes y horarios. El buen pastor está al servicio de los demás, no hay duda. El mundo de hoy sigue estando desorientado, «como ovejas sin pastor». Y Cristo quiere que todos dis discípulos–misioneros ayudemos a esta humanidad a encontrar los caminos de verdad y felicidad, de paz y de verdadero progreso, que todos buscan, en medio de la maraña de ideologías, promesas, movimientos religiosos y mesianismos que nos interpelan. Tomemos el ejemplo del «Gran Pastor de las Ovejas» y con María lancémonos a cumplir con nuestra misión. ¡Bendecido domingo!
Padre Alfredo.
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