La misión de Jesús, es siempre una obra de «compasión» (Mt 9,36) y de misericordia para con los pobres, los enfermos y los pecadores, la gente extenuada y desamparada de las que ni escribas, ni fariseos, ni quienes son como ellos se dignan preocuparse. Pero esa misión, Jesús no la hizo exclusiva suya, sino que la transmitió a sus seguidores, por eso el Evangelio de hoy termina diciendo: «La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos». ¡Faltan «segadores»! Se perderá el trigo, se perderá la cosecha... se perderán hombres: faltan «misioneros». Jesús es consciente y nos lo dice de todo corazón. Él sabe la inmensidad de la tarea, de su tarea: espera colaboradores. Su primer reflejo: pedir que se ruegue al Padre. Por eso hay que orar por las vocaciones.
¡Cuánto trabajo hay! ¡Cuántas personas a nuestro alrededor están extenuadas, desorientadas, sordas a la Palabra más importante, la Palabra de Dios! Si todos los discípulos–misioneros de Cristo saliéramos de nuestro pequeño mundo y «recorriéramos los caminos», nos daríamos cuenta, como Jesús, de las necesidades de la gente. ¿No se puede decir que «la cosecha es mucha» y que muchos están «como ovejas sin pastor»? Es bueno recordar el comienzo de la «Gaudium et spes» del Concilio Vaticano II que dice: «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo» (GS 1). Ahora, en la misión, no va Jesús por los caminos, vamos nosotros enviados en su nombre, y se escucha nuestra voz, la de la Iglesia. Todos estamos comprometidos en la evangelización. Pidamos al Señor, con María Santísima, que seamos conscientes de nuestra identidad de cristianos bautizados, «sacerdotes», o sea, mediadores de la palabra y de la alegría de Dios para ser continuadores de la misión. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario