Y, enseguida de esto, el Vicario de Cristo continúa diciendo: «Hay, por tanto, una vocación renovada también para ti en un momento crucial de la historia. Te preguntarás: pero, ¿cómo es posible? Mis energías se están agotando y no creo que pueda hacer mucho más. ¿Cómo puedo empezar a comportarme de forma diferente cuando la costumbre se ha convertido en la norma de mi existencia? ¿Cómo puedo dedicarme a los más pobres cuando tengo ya muchas preocupaciones por mi familia? ¿Cómo puedo ampliar la mirada si ni siquiera se me permite salir de la residencia donde vivo? ¿No ya es mi soledad una carga demasiado pesada? Cuántos de ustedes se hacen esta pregunta: mi soledad, ¿no es una piedra demasiado pesada? El mismo Jesús escuchó una pregunta de este tipo a Nicodemo, que le preguntó: «¿Cómo puede un hombre volver a nacer cuando ya es viejo?» (Jn 3,4). Esto puede ocurrir, responde el Señor, abriendo el propio corazón a la obra del Espíritu Santo, que sopla donde quiere. El Espíritu Santo, con esa libertad que tiene, va a todas partes y hace lo que quiere». Quiero relacionar estas palabras del Papa con el Evangelio de hoy (Mt 13,31-35) que nos muestra las parábolas del granito de mostaza y de la levadura...
¡Qué maravillosos granitos de mostaza son los abuelos y los mayores en una familia y qué poco valorados muchas veces! ¡Cuánta levadura pueden poner a la masa con sus experiencias, con sus ejemplos, con sus palabras de aliento y qué poco escuchados son a veces! Yo creo que esta jornada del día de ayer, motivó a muchos abuelos y mayores a no darse por vencidos. Un abuelo, una abuela, una persona mayor que se han dejado transformar en levadura, y esconder en la masa humana de la familia, llegan a ser una fuerza de vida que se comunica a todo el ambiente en que se hallan inmersos. Su entrega en las cosas pequeñas y las dificultades de la edad, que parecen nada para muchos jóvenes, son en realidad mucho, porque bajo la sombra que dan, hasta nidos se pueden hacer. El amor que habita en un abuelo, en una abuela, en una persona mayor, la fe que ha dado sentido a sus fecundas vidas, elevan lentamente, invisiblemente, a todos los que tocan. Pidamos a María Santísima que nos ayude a que no nos falte la levadura de los abuelos y de las abuelas, pidamos que la sombra de los mayores, siga dando cobijo, descanso, reposo en donde recobremos fuerzas para seguir. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario