miércoles, 14 de julio de 2021

«Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien»... Un pequeño pensamiento para hoy


En el Evangelio de hoy (Mt 11,25-27) que es muy corto, se nos presenta una cuestión muy interesante: Las personas sencillas, las de corazón humilde, son las que saben entender los signos de la cercanía de Dios. Esto lo afirma Jesús lleno de alegría y gratitud a su Padre «Señor del cielo y de la tierra». Es una realidad que acontece a lo largo de la Escritura y de la historia de la salvación, a Dios no lo descubren los sabios y los poderosos, porque están demasiado llenos de sí mismos. Sino los débiles, los que tienen un corazón sencillo y pobre, sin demasiadas complicaciones.

Siempre debemos dejar que el Evangelio nos interpele, y hoy podemos preguntarnos: ¿somos humildes, sencillos, conscientes de que necesitamos la salvación de Dios?, ¿o más bien, encrespados y llenos de nosotros mismos, «sabios y entendidos», que no necesitamos preguntar porque lo sabemos todo, que no necesitamos pedir, porque lo tenemos todo? Cuántas veces la gente sencilla ha llegado a comprender con serenidad gozosa los planes de Dios y los aceptan en su vida, mientras que algunos, que se saben sabios y entendidos se pueden perder en teologías y razonamientos. La oración de los sencillos es más entrañable y, seguramente, llega más al corazón de Dios que los discursos eruditos de especialistas. Las cosas de Dios, para vivirlas, hay que entenderlas desde la sencillez del corazón que se sabe necesitado de la gracia de Dios.

A lo largo de los tiempos es la gente sencilla la que ha sabido ver en la acción de Jesús, en sus humildes señales, los signos del Reino de Dios que irrumpe con fuerza en la historia humana. Jesús es el Mesías que no se manifiesta con autoritarismo, vanidad o prepotencia. Su acción divina se concentra en la solidaridad, en la justicia interhumana, en el respeto a mujeres, niños y enfermos. Su obra en favor de las personas es la obra de Dios. Por eso, todo discípulo–misionero que realmente aspire a conocer a Dios, a verlo con mirada clara y transparente, debe dejarse interpelar por esta sencilla persona llamada Jesús. María se reconoce en el Evangelio «humilde», en ella se fijó el Padre para traernos a Jesús y por eso ella se hace modelo de humildad, de sencillez, de pequeñez para nosotros. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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