domingo, 11 de julio de 2021

«Enviados a la misión»... Un pequeño pensamiento para hoy


Apenas el jueves pasado la liturgia de la Palabra nos presentaba el paralelo de el pasaje evangélico de hoy en san Mateo (Mt 10,7-15) y hoy la liturgia nos pone el envío en la versión de san Marcos (Mc 6,7-13). Como que Dios nos está insistiendo estos días en el tema de la misión, tarea que todos los discípulos–misioneros de Cristo tenemos por el bautismo. El discípulo–misionero ha de predicar porque ha sido Jesús el que le ha enviado: no se va a ofrecer una opinión propia o un descubrimiento propio. San Marcos es coherente consigo mismo. El envío implica el anuncio de una gran noticia, la cual posee ciertamente un contenido intelectual, pero consiste principalmente en la praxis: «y les dio poder sobre los espíritus inmundos». 

Los doce apóstoles habían sido escogidos para que «estuvieran con él y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14-15). En los capítulos anteriores les hemos visto separarse de la gente y seguir a Jesús, escuchar y aprender, vivir en comunidad con él; ahora san Marcos nos muestra la otra dimensión del discípulo, la misionera. Las pocas palabras de Marcos son muy densas del significado y constituyen, dentro de su brevedad, una especie de regla misionera. Para describir la misión de los discípulos usa san Marcos las mismas palabras que utiliza a través de todo el evangelio para describir la misión de Jesús: predicaban la conversión, curaban a los enfermos, echaban a los demonios. 

La misión de los discípulos depende totalmente de la de Cristo y encuentra en ella su motivación y su modelo. Cristo supone en el discípulo–misionero esta triple conciencia: conciencia del origen divino de su misión —«los envió»—, esto es, de una actividad querida por otro y no decidida por nosotros mismos; de un proyecto en que estamos metidos pero sin ser nosotros los directores de escena; la conciencia de salir de si mismo y de ir a otro sitio, a lugares nuevos, continuamente de viaje; la conciencia finalmente de poseer un mensaje nuevo y alegre que comunicar a los demás. Pidamos este domingo que nunca perdamos la conciencia de ser enviados y que, de la mano de María, la discípula–misionera por antonomasia, cumplamos con nuestra tarea. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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