viernes, 16 de julio de 2021

«El día de descanso»... Un pequeño pensamiento para hoy...


Hoy, para nuestra reflexión, nos topamos con un pasaje que aparece en todos los Evangelios sinópticos: Una discusión, entre Cristo y un fariseo, en torno a la observancia del sábado (Mt 12,1-8). El pasaje, con esto, acoge un aspecto de la vida ordinaria que tenían que vivir Jesús y los suyos al toparse con los fariseos y gente de su estilo. Leyendo detenidamente la escena, palpamos un gesto muy sencillo y natural como es el arrancar unas espigas u otro fruto, para entretener el hambre. Esto no era considerado robo, incluso estaba previsto en la Ley de Moisés : «Si pasas por el sembrado de tu vecino puedes arrancar unas espigas con la mano, pero no deberás usar la hoz en el trigal de tu prójimo» (Dt 23,25). Así que no es esto lo que reprochan los fariseos... sino el haberlo hecho ¡«en sábado»! Los comentaristas de la Ley habían ido añadiendo cantidad de prescripciones, y los fariseos tenían esa mentalidad con la que uno se encuentra a veces, y que es intransigencia, rigorismo, legalismo —la Ley es la Ley—. Los apóstoles fueron considerados en este hecho, como gentes de manga ancha que desobedecen. Incluso han sido atrapados en flagrante delito de violación de una regla.

Ciertamente, los fariseos exageraban en su interpretación: ¿cómo puede ser falta arrancar unas espigas por el campo y comérselas aunque sea sábado? Jesús defiende a sus discípulos y aduce argumentos que los mismos fariseos solían esgrimir: David, que da de comer a los suyos con panes de la casa de Dios, y los sacerdotes del Templo, que pueden hacer excepciones al sábado para ejercer su misión. Pero la afirmación que más les dolería a sus enemigos fue la última: «el Hijo del Hombre es señor del sábado». La lección nos toca también a nosotros, si somos legalistas y exigentes, si estamos siempre en actitud de criticar y condenar. El sábado, que estaba pensado para liberar al hombre, lo convertían algunos maestros en una imposición agobiante. Lo mismo podría pasar con nuestra interpretación del descanso dominical, por ejemplo, que ahora el Código de Derecho Canónico interpreta bastante más ampliamente que antes. Dice el código: «Se abstendrán de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo» (CIC 1247).

¿Qué es para nosotros el día de descanso? ¿Cómo lo vivimos? ¿Ocupa el primer lugar la Eucaristía y hacemos todo lo posible en asistir o ya nos acostumbramos a la comodidad de verla por Internet aún pudiendo acudir al Templo? ¿Vivimos con libertad ese día de descanso que para nosotros los católicos es el domingo para celebrar la resurrección del Señor? Contemplo hoy, luego de estas preguntas, a la Virgen María, a quien hoy la Iglesia recuerda como Nuestra Señora del Carmen y la imagino en el día de descanso, la contemplo como señora del sábado, como mujer libre. Hablamos mucho de ella como mujer hacendosa, trabajadora, etc., pero es imprescindible verla como una judía que vive a fondo el sentido del descanso. O mejor aún, como una discípula–misionera de Jesús que ha aprendido a disfrutar de la libertad sabática siguiendo a su Hijo. ¡Qué hermoso viviría María los primeros domingos de aquella primera comunidad de creyentes! Que ella nos ayude a darle a ese día, el verdadero sentido que debe tener. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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