jueves, 22 de julio de 2021

«La fiesta de María Magdalena»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy en la Iglesia tenemos un día de gozo especial, pues la liturgia gira en torno a la festividad de María Magdalena, Apóstol de los Apóstoles. Así, en el Evangelio de este día (Jn 20,1-2.11-18) se hace referencia a esta extraordinaria mujer de la que se tienen muy pocos datos en la Sagrada Escritura y eso hace que mi reflexión vaya en torno a su persona. María es una mujer que se dejó cautivar por la profundidad de la mirada compasiva de Jesús. Creyó que Él, con su poder divino, había taladrado su conciencia y que la había visto a ella, manchada de lujuria, de envidia, de codicia. De repente, unas palabras de Jesús, anteponiendo el perdón de los pecados a la salud del cuerpo, la colocaron frente a sí misma. 

Uno de los datos más consoladores del Evangelio es precisamente el dato que nos da la escena de hoy. Como para animarnos a todos los pecadores, con la esperanza de que si nos arrepentimos y corregimos lograremos volver a ser buenos amigos de Cristo, los evangelistas comparten este momento. Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue el domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. Pero San Juan lo narra de una manera muy detallada. María Magdalena tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la resurrección de Jesús. Es una gracia especial que le haya tocado a ella la tarea de anunciar la Resurrección de Cristo. Ella fue la primera que vio el rostro del Resucitado entre los muertos, la primera a quien Jesús llama por su nombre. Ella, mujer de la que un día, salieron siete demonios y en su lugar entró el cielo.

El amor de María Magdalena a Cristo constituye para nosotros una lección viva y clarividente de lo que debe ser nuestro amor a Dios, a Cristo, al Espíritu Santo, a la Trinidad. Hay que despojar el amor de contenidos vacíos y vivirlo más radicalmente. Hay que relacionar más lo que hacemos y por qué lo hacemos con el amor a Dios. No debemos olvidar que al fin y al cabo nuestro amor a Dios más que sentimientos son obras y obras reales. El lenguaje de nuestro amor a Dios está en lo que somos y en lo que hacemos por Él. María Magdalena es «Apóstol de los Apóstoles» y hace la tarea misionera de anunciar la resurrección de Cristo. Pidamos a María Santísima a quien María Magdalena estuvo cercana, que mantengamos siempre viva nuestra comunión con Cristo. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

P.D. Hoy hace 40 años murió la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, cuya fiesta se celebra el 22 de junio, día en que ella inició oficialmente la fundación de su obra. La recordamos con cariño y gratitud. En sus Ejercicios Espirituales de 1941 escribió: «El mensaje de la redención, se envía a una mujer —María— y se le pide su fiat… El mensaje de la resurrección se envía a la iglesia naciente por ministerio de otra mujer —María Magdalena—». Que junto con santa María Magdalena, la beata María Inés Teresa ruegue por nosotros.

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