El relato dice que Jesús dejó su pequeño pueblo de Nazaret y se mudó a Cafarnaúm, en el mar de Galilea, un ocupado puerto pesquero y centro de comercio, donde se recolectaban los impuestos para los colonizadores romanos, por cobradores de impuestos como Mateo —Levi—. Aquí Jesús comienza en forma su ministerio. El Evangelista nos invita a oírlo y mirarlo mientras proclama la Buena Nueva y sana todo tipo de enfermedades. Atrae grandes multitudes de todas partes. Es un hombre joven —de 32 años aproximadamente— que está con prisa, hay mucho que hacer y poco tiempo. Jesús comienza el anuncio de la Buena Noticia andando por toda Galilea. Él no se queda parado, esperando que la gente llegue y vaya a él. Él mismo va a las reuniones de la gente, a las sinagogas, para anunciar su mensaje. La gente le lleva a los enfermos, a los endemoniados, y Jesús acoge a todos y los sana, les da luz a sus almas. Todos somos testigos, en este tiempo de Navidad, de la gran luz que nos ha iluminado. Cristo niño se ha hecho hombre por amor a nosotros para convertirse en la luz que guiará nuestros pasos.
Sabemos, por el Evangelio de hoy, que el Reino de los cielos ha llegado, pero ¿cómo le hemos recibido? ¿Nos hemos dado cuenta de su llegada? O por el contrario, ¿hemos permitido en esta Navidad que otras luces que no es la de Cristo guíen nuestra vida? Jesús es la verdadera luz que nos traerá aquella felicidad que buscamos en las cosas de este mundo que nunca llenarán nuestras almas. Porque sólo Cristo llenará las ansias de felicidad que todos buscamos. Sigámoslo también nosotros, pues en medio de esta adversidad que vivimos por la pandemia de la Covid-19 estamos trabajados por muchas situaciones y son éstas las que sobre todo anhela él curar. Cura las enfermedades corporales para echar de nuestras almas esas otras. Lleguémonos a él y no le pidamos nada de los bienes seculares, sino el perdón de los pecados; pues también ahora lo concede si con diligencia procedemos. Su fama había volado hasta Siria entonces; ahora vuela por todo el orbe. En muchos lugares se celebra la Navidad y con ello la curación de Jesús a las almas. Jesucristo es la gran luz que seguimos y queremos seguir, por eso dejamos toda nuestra fe puesta en él. Con María y José, sigamos viviendo estos días del tiempo de Navidad pensando en Jesús como «Luz» que viene a iluminar las tinieblas de la humanidad. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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