Quiero insistir en esta reflexión, en esto que digo de que Jesús no es solamente alguien que habla y habla. La narración nos dice que la gente acudía a Jesús «al oír lo que hacía». No dice san Marcos que acudía a él la gente al oír lo que decía, sino lo que hacía. Lo que hacía Jesús se hacía oír. Su práctica hacía ruido. Seguramente que hablaba también y lo que decía corría de boca en boca, porque su palabra no era abstracta o inoperante, sino concreta, referida a la práctica y desencadenadora de praxis pasando del decir al hacer. Su decir, seguramente, también era una forma de hacer: su «práctica teórica». Decir y hacer, simultáneamente, como formas de práctica. Hay momentos en los que la única forma de decir es ciertamente el hacer. Jesús no tuvo tiempo de teorizar, fue siempre orientado a la práctica, a la construcción del Reino de Dios, ya fuera con su palabra, con su testimonio personal o con sus acciones concretas de liberación.
El Evangelio de hoy nos dice también que muchos que padecían algún mal «se le echaban encima» a Jesús. ¿Qué buscaban estas gentes? Ciertamente que ser sanadas, liberadas de los demonios que les atormentan. La gente llegaba incluso a arrojarse sobre Jesús para tocarlo, hasta que él —dice el Evangelio—, tuvo que subirse a una barca. Hoy Jesús sigue sanando milagrosamente de nuestras enfermedades, sobre todo de la enfermedad del egoísmo, él hace que nos ayudemos los unos a los otros, que ayudemos especialmente a los enfermos de nuestra comunidad, que carguemos con sus dolores y problemas como él cargó con los de sus contemporáneos que lo buscaban. ¿O no es así? ¿No nos importan los que sufren a nuestro alrededor en esta situación tan adversa de la pandemia que estamos viviendo? ¿No queremos que exista un orden social justo, en el cual sean atendidas las necesidades de todos, especialmente de los más débiles, de los descartados? ¿No debemos trabajar y luchar para que sea así? El ejemplo de Jesús nos urge a asumir estas responsabilidades y a no bajar la guardia acomodándonos porque nosotros, quizá estamos bien. Que la Virgen María que se encaminó presurosa a servir, interceda por nosotros para que seamos como Jesús. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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