lunes, 26 de octubre de 2020

«Jesús sana»... Un pequeño pensamiento para hoy

El Evangelio de hoy nos narra un hecho de Jesús que sucede en sábado. Una mujer encorvada hacía mucho tiempo, una mujer que no puede enderezarse ni levantar su cabeza al cielo es curada por Jesús. La mujer es, para nosotros, todo un símbolo del antiguo pueblo de Dios que caminaba con pesadas cargas que los escribas y fariseos habían puesto sobre ellos con 613 preceptos derivados de los 20 mandamientos que debían cumplir y que de alguna manera no dejaban a la gente enderezarse liberándose de la carga y descubrir al Dios misericordioso. Al mismo tiempo, la mujer es, por eso, símbolo de todos los que soportan pesos intolerables, de cualquier tipo que sean. Puede que sean más de lo que nos parece, aunque sus espaldas no se curven materialmente. Es hermoso leer el relato que está en Lc 13,10-17 para darse cuenta cómo Cristo, al ver a esta mujer, ni siquiera espera que ella le pida nada, como en los otros milagros. Tampoco le importa a Jesús que sea o no sea sábado. Eso era un sustentáculo más. Jesús la llamó, la impuso las manos y la levantó. 

En su camino hacia Jerusalén, Jesús realiza este gesto de curación «en sábado», como si provocara escenas como la presente, que realiza en sábado queriendo mostrar que la fuerza curativa de Dios ya está presente y actúa eficazmente en el mundo. En el mismo relato, después de escuchar los reclamos que los letrados le hacen por hacer eso en sábado, él llama «hipócritas» a los que se escandalizan de que haya hecho este gesto en sábado, cuando ellos sí se permitían ayudar a un animal propio llevándolo a abrevar, aunque fuera en sábado. ¡Cuánto más no se podrá ayudar a esta pobre mujer, «que es hija de Abrahán» y que desde hace diez y ocho años Satanás la tenía atada! Jesús se dedica a curar, a salvar, a transmitir vida sea sábado, domingo, lunes... sea el día que sea porque su misericordia es como la misericordia del Padre, que trasciende todo. La Ley no puede ser excusa para ejercer el bien y la justicia. Si vamos más a detalles, la enseñanza de este episodio se concentra en los verbos «atar» y «desatar». La labor de Jesús no es amarrar a la gente con preceptos, normas e infinidad de cosas que no le ayudan a ser libre. La misión de Jesús es liberar, y se concentra en aquellos que están más oprimidos. El pueblo, entonces se siente feliz por que Dios actúa cambiando el estado de las cosas haciéndolas más favorables para la vida de todos.

Hoy celebramos la memoria de san Evaristo Papa. Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos. No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, elevaba el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarles a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura fue docto en la predicación y humilde en el servicio a todos en todo tiempo y lugar, pues, él, como judío que había sido, sabía que la misericordia va más allá de las leyes. Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fijó en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio, pero el pueblo lo aclamaba y el día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo. Ya como Papa atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño a él confiado. Defendió la verdadera fe contra los errores gnósticos. Estableció normas sencillas y llevaderas que cuidaban de la consagración y el trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Mandó la celebración pública de los matrimonios. Se ocupó de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno y escribió una serie de cartas dirigidas a los fieles de algunas comunidades de África. Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117. Que María Santísima nos ayude a nosotros también a descubrir el rostro misericordioso de Jesús que nos viene a curar, a enderezarnos para poder ver a Dios y a los hermanos. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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