Agradezco al grupo de hermanas Misioneras Clarisas que se dieron a la tarea de elaborar una serie de esquemas para rezar el Santo Rosario con meditaciones de los escritos de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento. Este es el segundo de ellos. Lo comparto, con algunas adaptaciones para que todos, sea cual sea nuestra vocación o estado de vida, los podamos utilizar.
INTRODUCCIÓN
«Presenta en el rezo del Santo Rosario los intereses todos de Jesús, únicos por los que tu corazón palpite, representándole con viva fe, las necesidades de tu Madre la Santa Iglesia, que son tuyas propias, y pon ante el Inmaculado Corazón de María las masas inmensas de paganos, de infieles que aún no han recibido la Fe en su Divino Hijo».
MISTERIOS GOZOSOS
PRIMER MISTERIO
«LA ANUNCIACIÓN»
«Y a mí, ¿Qué me dice Jesús amado desde la obscuridad profunda del seno de tu Madre? ¡Ah!, ¡qué divinas enseñanzas!, ¡qué humildad la tuya y la de tu Madre Santísima! ¡Todo un Dios reducido a la impotencia más completa!... Me enseñas a ser humilde, a que ame la obscuridad y el olvido, el desprecio de todo lo que no seas Tú o a Ti me lleve… Me incitas a que abandone yo el cielo de los puros afectos, el cielo de todos mis gustos, para imitarte a Ti, en lo que yo pueda, y dejándolo todo por tu amor. “Heme aquí dispuesto a cumplir tu santísima voluntad”, cualquiera que ella sea, cuésteme lo que me cueste».
SEGUNDO MISTERIO
«LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA
A SU PARIENTA ISABEL»
«La caridad de Cristo, desde el momento en que empezó a habitar en su seno, más esplendorosa aun, más viva, ardía en su inmaculado corazón, llevando tras sí, esas ansias de inmolarse, de darse, de entregarse, prodigarse en bien de sus prójimos. Ella ya sentía en su alma la necesidad de practicar, lo que más tarde su hijo divino proclamaría como bienaventuranza. Ya sentía ese impulso irresistible de ver a Dios, en sus semejantes, en cumplimiento de lo que más tarde el Verbo diría: “Todo cuanto hagan con uno de estos mis pequeñitos, conmigo lo hacen”. Y aquella otra y definitiva bendición, con que el Hijo de Dios distinguirá, al fin de los tiempos a los suyos, de los que no lo son: “Vengan, benditos de mi Padre, a la gloria que les tengo preparada desde la eternidad; porque tuve sed y me dieron de beber, tuve hambre y me dieron de comer, estuve desnudo y me vistieron, encarcelado y me visitaron, enfermo y me socorrieron”… ellos responderán entonces: ¿cuándo tuviste sed y te dimos de beber?, cuándo hambriento y te dimos de comer?
Y María, la reina de las virtudes, de los ángeles y de los santos, sería la que primero diera el ejemplo, y la practicara durante toda su vida esa virtud, de la cual ha dicho el mismo Jesús: “que borra la multitud de los pecados”.»
TERCER MISTERIO
«EL NACIMIENTO DEL NIÑO JESÚS»
«Nos habla el Hijo de Dios, cuando concibe en su mente el hacerse Hombre por salvar al hombre. Este Dios creador de quien dependen todas las cosas y a quien la naturaleza toda rinde adoración, este Dios tres veces santo a quien continuamente adoran los nueve coros de ángeles por Él creados, proyecta descender a la tierra, abandonar su hermoso cielo en donde es tan feliz y tomar entre nosotros la forma de un hermosísimo Niño; y ahí entre las pajas del pesebre, reclinado apaciblemente con unos pobres pañales que los envuelven y tiritando de frío, clama muy alto: “Aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón”.»
CUARTO MISTERIO
«LA PRESENTACIÓN DE JESÚS
EN EL TEMPLO»
QUINTO MISTERIO
«EL NIÑO ESÚS PERDIDO
Y HALLADO EN EL TEMPLO»
Dios mío, enséñanos a ser obedientes a tus voluntades, a tus disposiciones, a los que nos has puesto para que nos dirijan, nos guíen, nos ayuden. No permitas que nuestro propio juicio se sobreponga a esta tu Voluntad, pues no seríamos felices, ni cumpliríamos en la tierra el fin para el que fuimos creados, ya que, desobedeciendo nos rebelaríamos a tu amor.»
MISTERIOS DE LA LUZ
PRIMER MISTERIOS
«EL BAUTISMO DE JESÚS
EN EL RÍO JORDAN»
(Mt 3,13-17)
«Almas, Jesús, almas para la Santísima Trinidad. Almas que tú creaste, que formaste en las que te incrustaste todo entero por el santo Bautismo. Pero cuántos millones de ellas, desde la creación, han vivido sin la gracia sobrenatural; no ha habido quien regenere sus almas en las aguas saludables del Bautismo. ¿Qué pasa, Señor, si las creaste por amor?»
SEGUNDO MISTERIO
«LA AUTORREVELACIÓN
EN LAS BODAS DE CANÁ»
(Jn 2,1-11).
«La castidad por el Reino de los Cielos, que profesan los religiosos debe ser estimada como un singular don de la gracia. Ella libera de modo especial el corazón del hombre para que se inflame más en el amor a Dios y a todos los hombres y, es por lo mismo, signo peculiar de los bienes celestiales y medio aptísimo para que los religiosos se dediquen con alegría al servicio divino y a las obras de apostolado. Evocan así ellos ante todos los cristianos aquel matrimonio instituido por Dios y que habrá de tener en el siglo futuro su plena manifestación, por el que la Iglesia tiene a Cristo por único esposo».
TERCER MISTERIO
«EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS
Y LA INVITACIÓN A
LA CONVERSIÓN»
(Mc 1,14-15).
«Hacerlo todo, todo, porque Él sea conocido y amado por todos los habitantes de este mundo» (Carta circular no. 13 del periodo 1973-1985). «El misionero pone ante el Inmaculado Corazón de María las masas inmensas de paganos, de infieles, que aún no han recibido la fe de su Divino Hijo; le hace ver cómo también por ellos derramó su Sangre Preciosa, y aplica a cada uno de ellos los méritos de la redención».
CUARTO MISTERIO
«LA TRNASFIGURACIÓN»
(Mt 17, 1-7).
«El monte de la transfiguración, tan glorioso para Cristo Jesús, en donde San Pedro quería hacer tres tiendas. El monte que vio la gloria del Salvador, oculta bajo los velos mortales » (Estudios y Meditaciones - Sobre los santos evangelios f. 637). «Nuestro criterio tiene que unificarse con el de Cristo, su Evangelio, su Pasión, su Muerte y su Resurrección, esto y no otra cosa».
QUINTO MISTERIO
«LA INSTITUCIÓN
DE LA EUCARISTÍA»
(Lc. 22, 14-20)
«¡Hablar de la Eucaristía!, del don más precioso y delicado de tu amor, ¡oh Dios mío!, es tanto como pretender penetrar en tu corazón y traducir al humano lenguaje los latidos más tiernos de tu amor por los hombres» (La Eucaristía y las misiones – Reflexiones y consejos pág. 638, f. 1389). «Hemos tenido la dicha de comerte en tu Eucaristía. Te hemos comido, te comemos todos los días, y te llevamos muy adentro del corazón» (Ejercicios Espirituales de 1950). «La misión de Jesús visible en el mundo ya terminó, Él ya acabó su carrera, más se quedó en la Eucaristía hasta la consumación de los siglos para seguir desde allí siendo el promotor, el auxiliador, el sostén, el refrigerio, el agua, el consuelo de todos aquellos que quieren como Él: “pasar por el mundo haciendo el bien”».
MISTERIOS DOLOROSOS
PRIMER MISTERIO
«LA ORACIÓN DE JESÚS
EN EL HUERTO»
«Gracias te doy Jesús, muy sinceras por estos tragos de amargura que me has hecho apurar, mi corazón ha rebozado de ella y se ha sentido muy feliz de tener esto que ofrecerte, ha habido momentos que te ha dicho: “si es posible que pase de mí este cáliz”… pero al momento: qué bueno Jesús, que puedo sufrir esto por tu amor, que puedo soportar por el amor de tu amor, el dardo que hiere la fibra de mi amor».
SEGUNDO MISTERIO
«LA FLAGELACIÓN»
«Quiero sufrir con un corazón fuerte, con ánimo sereno, y aunque me sienta abatida, rogaré para no perder la paz del alma. Quiero hacer todas mis acciones, aun las más triviales con amor puro, para consolar a Jesús, para alegrar a mi Madre».
TERCER MISTERIO
«LA CORONACIÓN DE ESPINAS»
«Pondré mi corazón en esa Pasión con todas sus circunstancias, para que se me imprima de tal manera, que nunca se pueda apartar mi pensamiento de esta cruelísima Pasión; y me sea aliento, refrigerio y consuelo en todos los trances de mi vida, sobre todo cuando tuviere que beber del cáliz amargo del Señor, si le pluguiere dármelo a gustar. Pero en lo que ha de hacer hincapié mi pensamiento es en llevar la compasión y la ternura a mi corazón, para sentir ahí, hondo pesar de las penas de este Jesús dulcísimo, viendo yo en mis pecados el motivo de este tormento íntimo y los instrumentos de sus dolores exteriores».
CUARTO MISTERIO
«JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS»
«¡Oh!, cuán conmovedor es contemplar el cuadro de la Pasión y llorar porque la principal causa fueron mis pecados; pero alegrarme también, porque con estos tesoros infinitos puedo comprar muchas almas para el cielo y así hacer efectiva en muchas almas la Redención».
QUINTO MISTERIO
«CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO»
«Lo extienden sobre la cruz y taladran sus manos sacrosantas con gruesos clavos, después lo levantan sin consideración alguna y siente en su cuerpo la restiración de todos sus miembros. Tiene una sed abrazadora, el dolor de su Madre quien está ahí le martiriza atrozmente. Los judíos blasfeman de Él, el ladrón lo injuria, y sus labios no exhalan una queja, su corazón y su alma están en el Padre, a quien dirige su tierna y ardiente oración, al sentir la inmensa desolación, el abandono de este buen Padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Es su última, su suprema lección… es éste su continuo grito: “Aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. Y yo que le escucho, que lo adivino en todas las cosas, ¿no, aprenderé de este Divino Maestro a ser mansa y humilde como Él? Si Tú, Jesús mío, esculpes en mi corazón esta sentencia con letras de fuego, él no rehusará seguirte en la humillación, hazlo así, te lo pido por el corazón humildísimo de tu Madre, porque para ser tus delicias quiso ser: mansa y humilde de corazón».
MISTERIOS GLORIOSOS
PRIMER MISTERIO
«LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR»
«Nuestra vida tiene que tener como ideal, como ejemplo a Cristo, y a Cristo resucitado, contemplarlo en la gloria de su resurrección, para animarse a seguirlo en su vida de trabajos, afrentas y menosprecios».
SEGUNDO MISTERIO
«LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR»
«Comprendiendo Jesús que aun cuando viniera el Consolador, nos quedaríamos tristes sin su compañía, nos asegura que no nos dejará huérfanos. Es la promesa de la Eucaristía. Sin la Eucaristía nos sería imposible la vida. Con Él todas las amarguras son dulces, todas las incomprensiones: amables; Él todo lo comprende, lo suaviza y lo mitiga».
TERCER MISTERIO
«LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO»
«Haz que descienda con sus siete dones el Espíritu de Verdad, y que me penetre, me trasforme, me unifique, me convierta en ascuas ardientes, para tu gloria, por las almas. El Espíritu Santo se glorifica cuando ve secundada su acción en el alma que tanto ama. Unifícanos en tu Santo Espíritu para que no seamos sino una cosa en la Beatísima Trinidad».
CUARTO MISTERIO
«LA ASUNCIÓN DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN AL CIELO»
«Siendo como eres tan tierna Madre mía, tan solícita y buena, ¿cómo es que hay muchas almas que no te aman, otras que te aman tan superficialmente?, sí, superficialmente, porque no saben profundizar en las ternuras sin fondo de este abismo de tu corazón de Madre. ¡Ni yo misma, Madre, a quien has regalado tanto, a quien has prodigado tus más dulces ternuras, he sabido corresponder!
¡Qué todos los hombres se sientan como yo, atraídos irresistiblemente a ti, Madre mía! ¿Qué no harás por ellos? Sí, yo lo sé, ¡tendrás para ellos ternuras deliciosas, amores exquisitos! Entonces comprenderán ellos que los amores que hasta entonces han gustado son efímeros».
QUINTO MISTERIO
«LA CORONACIÓN
DE MARÍA SANTÍSIMA»
«Porque mi Madre reine en tantos y tantos hogares, porque ella haga amar a su Hijo divino, porque todos esos pueblos la proclamen su patrona, su reina, daría mil vidas si pudiera. Yo quiero Madre adorada, llevar tu cariño, tu amor, tu ternura, tus delicadezas a todos los pueblos de la tierra, quiero enamorar a todos de ti, quiero decirles cuánto los amas, quiero que te conozcan para que te amen.
Déjame Madre que te lleve por el mundo entero, concédeme la inmensa gracia de hacerte amar de todos los pechos, concédeme la dicha de que Jesús reine en todas partes, sentado en el trono augusto de tu purísimo corazón».
ACCIÓN DE GRACIAS
«¡Gracias Madre mía! ¡Cuántas, incontables, son las gracias que te debo Madre mía! Sin ti, ¿qué sería de mí? Y ahora Madre, una gracia más: que te ame como he deseado toda mi vida, que en este continuo pensar de mi corazón en ti, en ese continuo ofrecerte mis obras, en este mi deseo inmenso que tú conoces de hacerte amar y conocer de todas las creaturas, tenga el primer lugar, la imitación de tus virtudes, para que, siendo muy parecida a ti, merezca llamarme tu hija».
ORACIÓN FINAL
«Dame tu luz para que acierte a hacer en todo tu adorable voluntad y para inculcarla muy profundamente en todos los que me has dado”. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
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