lunes, 24 de junio de 2019

«NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy la Iglesia celebra la fiesta de el nacimiento de san Juan Bautista. En general, en la liturgia católica, se celebra la fiesta de los santos el día de su nacimiento a la vida eterna, que es el día de su muerte, hay algunas excepciones, como es el caso de la beata María Inés Teresa, cuya celebración no es el día de su muerte sino el día en que dio inicio a su gran obra misionera. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción muy especial y se celebra el día que nació, y es, de esta manera, el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento. San Juan Bautista, fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel en Ain Karim, según nos narra el Evangelio. Esta fiesta, que se celebra desde antiguo, conmemora el nacimiento «terrenal» del Precursor. Y vaya que es digno de celebrarse el nacimiento del Precursor, ya que es motivo de mucha alegría, para todos los hombres, tener a quien viene delante, para anunciar y preparar la próxima llegada del Mesías, o sea, la llegada de Jesús. Así que esta fue una de las primeras fiestas religiosas y, en ella, la Iglesia nos invita a recordar y a aplicar el mensaje de Juan. El nacimiento de Juan fue fruto de la compasión manifestada por el Señor y fue motivo de felicitaciones y de alegría para todos. 

Dios siempre tiene algo que ver en el nacimiento de sus servidores y de todos nosotros, y, en ese niño recién nacido, había puestas muchas esperanzas. Por eso todos se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?» Beda el Venerable (c. 672 – 27 de mayo de 735) dice que «san Juan fue engendrado de padres justos, a fin de que pudiese dar a los pueblos preceptos de justicia con tanta más confianza cuanto que él no los había aprendido como nuevos, sino que los guardaba como recibidos de sus antepasados por derecho hereditario, de donde sigue: ·”Pues eran ambos justos delante de Dios”. (Hasta aquí he alcanzado a escribir el día de hoy y retomo esto a más de una hora de haber empezado, pues la presencia de un enfermito en casa nos cambia todos los planes y eso se nota quizá en estos últimos días en que mis reflexiones van de repente sin orden y concierto alguno, ¡mil perdones! Papá a veces necesita ayuda sin importar la hora y las ocupaciones). Quiero comentar un poco el salmo 70 [71] que hoy la liturgia nos regala para meditar en este día de fiesta. «Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo» (v. 6) dice el último párrafo de la parte del salmo que la Iglesia toma para el día de hoy. El motivo que dio origen a este salmo fue la entronización de un nuevo monarca. Israel, que experimentó con frecuencia a donde le llevaban los malos gobernantes, pide en este salmo que el nuevo rey esté adornado de las mejores cualidades: que sea justo, que cuide de los pobres, que tenga prestigio ante los reyes vecinos y triunfe en las batallas... 

Gracias a Juan el Bautista, nosotros hemos llegado a conocer al Rey definitivo, el que se sentó para siempre en el trono de David su padre y por eso, a la luz de la celebración del nacimiento del Bautista, contemplamos la gloria de Cristo y de su reino, y, por otra parte, pedimos que este mismo reino del Ungido de Dios —la Iglesia— tenga aquella prosperidad que Israel pedía para su pueblo y que en Juan Bautista se va manifestando. Juan nace para ser el Precursor, para irnos anunciando el regalo maravilloso que nos traerá Cristo al venir a traernos la salvación. Juan Bautista, desde la visita de María, que era portadora del Mesías en su vientre, «salta de contento». Cada vida es valiosa desde el seno materno y, como nos recuerda el profeta Jeremías en la primera lectura de hoy, «antes de formarnos en el seno materno, Dios ya nos tiene destinados para una misión muy especial, ser, como el mismo Jeremías y Juan el Bautista: “profetas”» (cf. Jer 1,4-10). Todos los que llamamos profetas en la Biblia, están marcados por muy diversas características: desde el tiempo que dedicaron a la actividad profética, el modo de entrar en contacto con Dios y el modo de transmitir el mensaje. Juan es el más grande de los profetas (cf. Mt 11,11-15; Lc 7,28) y es un ejemplo a seguir. Como él, nosotros también nacimos a este mundo para realizar una misión: ser precursores de Cristo y su Reino. ¡Bendecido lunes! 

Padre Alfredo. 

P.D. Felicidades a todos los Juanes y Juanitas en este día... ¡Tengo muchos amigos con este nombre, les mando una especial bendición!

No hay comentarios:

Publicar un comentario