viernes, 18 de enero de 2019

«El descanso»... Un pequeño pensamiento para hoy


El salmo 77 (78 en la Biblia), es el más largo de todos los himnos nacionales que tenía Israel. En él, el salmista repasa la historia de este pueblo elegido por Dios desde Egipto hasta que se estableció el reino de David. El salmista recuerda el pasado con todo lo que éste ha suscitado, a fin de impulsar al pueblo a ser fiel al Señor. Así, nos topamos hoy en el salmo responsorial con una pequeña parte del mismo (Sal 77, 3 y 4bc. 6c. 74), con una especie de enseñanza para vivir una vida justa y santa. El escrito no sigue con exactitud una cronología histórica, sino que coloca los asuntos históricos como mejor convienen para mostrar la bondad de Dios que nos ha creado y nos ha elegido, creando una especie de cuento pequeño que narra la historia del ingrato Israel y las hazañas que Dios hizo para protegerlo y demostrarle su amor invitándolo a descansar en su presencia. 

La Carta a los Hebreos nos habla hoy del descanso, del descanso del Señor y cómo nuestra vida es una especie de ensayo o entrenamiento en el que debemos ir entendiendo cómo es el descanso del Señor y no el ocio del mundo en la época actual. Mientras que el artesano del siglo XVI encontraba su descanso en el corazón mismo de su trabajo, que era creación y arte, folklore y culto, el obrero y el oficinista de nuestro siglo realiza un trabajo en cadena del que queda excluida toda promoción de este tipo de descanso placentero de disfrutar lo que se hace. Por eso reivindica un ocio que se convierte en pérdida de tiempo y pobreza del auténtico descanso. Ante la imposibilidad de dar una respuesta a esta necesidad del descanso como lo pensó el Creador para nosotros, la civilización occidental, impregnada por el materialismo, ha creado espacios para el descanso que más bien estresan y empobrecen al hombre. Basta ver que los domingos la infinidad de plazas comerciales está llena de gente que va a cansarse y a atiborrarse de ruido. Cuando el descanso se reduce a la ociosidad, cuando se limita exclusivamente al consumo pasivo de ficción o de irrealidad en el «ojalear», como me decía la hermana Angelitos (ojalá pudiera comprar esto, ojalá pudiéramos ir a tal parte, ojalá tuviera más tiempo para del consumo de tiempo), el descanso se convierte en un ocio pesado y aburrido que está muy lejos de responder a lo que debe ser el descanso. 

El «descanso de Dios», de que habla esta página de la Carta a los Hebreos, es todo lo contrario a la inacción, al aburrimiento, a la pasividad, a la pereza: es la felicidad estable y altamente consciente de existir. Entrar en el descanso de Dios, es entablar una relación íntima con el Dios que nos ama de una manera infinita desde la creación del mundo hasta cada día que nos toca vivir. Por eso el salmista, que sabe de esto, valora descansadamente cada parte de la historia que le ha tocado conocer y no quiere ser como aquellos que no supieron descansar en el Señor confiando en él. Viendo esto junto al Evangelio de hoy (Mc 2,1-12), pienso en la fe descansada de aquellos hombres que ayudaron al paralítico a llegar hasta Jesús por un boquete abierto en el techo. Por su parte, el enfermo está completamente descansado a merced de las buenas personas que lo cargan en su camilla, familiares o amigos que perseveran en ayudarle. Como encuentran a Jesús tan ocupado, predicando en la casa, rodeado de tanta gente, hasta el punto de no poder ni verlo ni acercársele, se las ingeniaron para abrir un boquete en el techo y descolgar al paralítico en su camilla, ¡justo a los pies de Jesús! Maravilla tanta fe, tanta determinación y hasta cierta osadía descansadamente. Me quedo con algunas preguntas: ¿A quién ayudamos nosotros descansada y desinteresadamente? ¿a quién llevamos para que se encuentre con Jesús, descanse en él y le libere de su enfermedad, sea cual sea? Que María, en quien descansa la Iglesia como Madre, nos ayude a conocer y entender el valor del descanso en el Señor, que el mundo, con sus prisas y desasosiegos no nos lo va a enseñar. ¡Bendecido viernes y buen descanso para muchos en el fin de semana! 

Padre Alfredo.

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