En la Navidad, el Dios hecho Hombre nos ha traído la gran noticia de que somos hijos en el Hijo, y de que somos hermanos los unos de los otros, pero, también es una época que nos recuerda que los hijos deben abandonar el estilo del mundo o del diablo, para hablar más claramente, renunciando al pecado para buscar vivir como vivió Jesús a quien ahora contemplamos como un pequeño niño indefenso y recostado en un pesebre. Al mundo de hoy no le gusta hablar de este tema del pecado, porque considera, por desgracia, que nada es pecado, pero no hace falta que se hable de fallos enormes y escandalosos para describir el pecado, también es pecado el conjunto de pequeñas y infidelidades que se dan en una vida cada vez más materialista y menos humana con una generosidad bastante pobre y con poca claridad en un estilo de vida que no se puede definir. La Navidad nos invita a marcar un alto, a hacer una revisión y a entonar, con nuestra vida, como dice el salmista (Sal 97 —98 en la Biblia—) «un canto nuevo». Bien dicen por allí que si uno ve la vida con ojos nuevos... «otro gallo te cantara». Esa expresión de «otro gallo te cantara» me hace pensar en los maestros que a sus alumnos más rejegos les dicen: «si estudiaras un poco más... otro gallo te cantara», o en alguien mustio a quien le dicen: «si fueras más simpático con la gente... otro gallo le cantara»... habría: «un canto nuevo».
El autor del salmo 97 —que ayer también la liturgia de la palabra nos presentaba— hace un canto de alabanza para el amor redentor invitando a una nueva canción hacia el misterio escondido desde siglos y generaciones. Conviene que al iniciar el año nuevo, cantemos una canción nueva, muy diferente de lo que hemos cantado el año anterior. Si la gracia de Dios, con el recuerdo del nacimiento del Salvador, puso un corazón nuevo en nuestros pechos, bien se puede poner una nueva canción en nuestra boca. Una nueva canción que cante la alabanza de Dios, en la consideración de las maravillas que ha obrado con su venida. El Redentor, envuelto en pañales, ha superado todas las dificultades en el camino de nuestra redención y dará la vida gobernando el orbe entero y estableciendo la rectitud y la justicia como norma de vida, cumpliendo así las profecías y promesas del Antiguo Testamento que el salmista bien conoce. Si este es nuestro caso también, el canto nuevo vendrá a superar las cancioncillas ligeras de la vanidad y la soberbia que el globalizado mundo actual ofrece en diversos artistas y grupos de K-pop o reguetón (como BTS, EXO, EarthGang, Superorganism, BlackPink, Red Velvet, INFINITE y más que, en todo el mundo y entonando canciones, ciertamente con música bonita y cautivante pero difíciles idiomas e ideas de asumir, sin que se sepa además lo que se está diciendo), con auténticas canciones de alegría y acción de gracias que pueden brotar, no de un grupito de moda que pronto pasará y será sustituido por otro conjuntito, sino de una vida que celebra, no a los artistas de moda que pronto se diluyen en el mundo del consumismo, sino la alabanza del Redentor.
El salmo 97, que ayer y hoy tenemos como salmo responsorial, ha sido cumplido por Jesús que vino a salvar a todos los hombres. Jesús es ese Dios amorosamente perfecto y perfectamente justo, misericordioso cuando corrige y cambia la vida del pecador. Además de ser una bella poesía, es uno de los llamados salmos de entronización o salmos de la realeza de Yahvé exaltando al Señor como Rey. «Cantemos al Señor un canto nuevo» con una vida que cada día y en las cosas pequeñas de la rutina, estalle en un canto. Pero no cualquier cancioncilla producto de modas pasajeras, sino con un auténtico cántico que cada día sea nuevo. Dios es creador y ha hecho al hombre creativo. Hoy el salmista nos presenta un gran desafío a los cristianos que en estos días vamos volviendo a las tareas ordinarias. Yo, por mi parte, en unas horas más, luego de la Misa de 9 en el Espíritu Santo y un desayuno en casa de mis padres, regreso a CDMX entonando, sí, un canto nuevo cuya letra y música, muchos de ustedes me han ayudado a componer para alabar a Dios por su infinita bondad y misericordia. ¡Bendecido jueves cantando ese canto nuevo acercándonos a Jesús Eucaristía con María y José, como lo hicieron los pastorcitos de Belén!
Padre Alfredo.
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