domingo, 24 de junio de 2018

«JUAN ES SU NOMBRE»... Un pequeño pensamiento para hoy


No obstante ser domingo, hoy nuestra Iglesia Católica día celebra la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Una fiesta que se conserva en el «Día del Señor», porque el Bautista está estrechamente vinculado al misterio de Cristo. Desde mucho antes de la venida de Cristo, estaba anunciado por los profetas del Antiguo Testamento que el Mesías tendría «un precursor». Jesús mismo, refiriéndose a Juan, dice: «Este es de quien está escrito: “He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino”» (Lc 7,27; cf. Mal 3,1). Así que no se puede exponer el misterio de Cristo sin empezar por Juan el bautista. La historia de Jesús sería incomprensible si prescindiéramos de todo el camino que la prepara, de toda la historia del pueblo judío. Y en este camino ascendente, dos personas ocupan el último peldaño que lleva hasta Jesús de Nazaret: María, la humilde sierva del Señor, su Madre Santísima y este profeta, el precursor llamado Juan. Sin la fidelidad de uno y otro a su camino, a su misión, si uno y otro no hubieran vivido con generosidad su «sí» a lo que Dios esperaba de ellos, no podríamos imaginar cómo hubiera sido posible la aparición en la historia de la humanidad (y concretamente, en la historia del pueblo judío) del Hijo de Dios. 

Juan el Bautista es uno de los personajes más enigmáticos y atractivos de la Sagrada Escritura. Desde el seno de su madre, ya tenía prevista su misión tan delicada y especial. El Evangelio de San Lucas recoge el momento de ponerle el nombre. Con anterioridad san Lucas ya había narrado cómo Zacarías, al tocarle el turno para entrar en el santuario a ofrecer incienso, supo que el Señor había escuchado sus oraciones para librar a su mujer de la esterilidad. Un ángel le punteó el destino y misión de su futuro hijo. Zacarías dudó y quedó mudo. Pero cuando el niño recibió el nombre, volvió a hablar. Pero, ¿cómo sabemos que el día del nacimiento de Juan Bautista es el 24 de junio? Esto se deduce de un simple cálculo. El día que Gabriel anunció a María el nacimiento de Cristo le dijo: «También tu parienta Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y está ya en el sexto mes aquella que llamaban estéril» (Lc 1,36). El hijo que Isabel esperaba es Juan. Él nació seis meses antes que Jesús. Si celebramos el nacimiento de Jesús el 24 de diciembre en la noche, el de Juan hay que celebrarlo el 24 de junio. La tradición cristiana ha añadido al nombre de Juan el calificativo «Bautista», tal vez para distinguirlo del otro Juan, el apóstol de Jesús y evangelista. 

Y es que el bautismo que confería Juan resume y simboliza su predicación de la necesidad de conversión para prepararse a la venida del Señor. Una necesidad de conversión que sigue siendo vigente para nosotros, pues siempre tenemos necesidad de convertirnos, de abrirnos más de verdad a la venida a nosotros del Mesías Salvador. Es quizá esto lo que podríamos pedir hoy, en este día de fiesta: que siempre queramos abrir nuestro corazón y toda nuestra vida, más y más al favor de Dios, al amor de Dios, que se manifiesta en tantas cosas, pero sobre todo en Jesús que nos convoca, que nos llama a vivir la Eucaristía en comunidad. En la Eucaristía en la que él resucitado, está y estará presente, actuante, vivo, para que nosotros hagamos un paso más en nuestro vivir en comunión con él. En la Eucaristía de hoy, en este año en que la natividad de San Juan Bautista y el domingo coinciden, podemos pensar y analizar nuestra tarea de «precursores» como Juan y preguntarnos: ¿Allano yo los caminos? ¿Enderezo las sendas? ¿Soy profeta del Altísimo? ¿Soy voz que clama en el desierto? Para el discípulo–misionero no basta con «saltar de gozo» en el seno de la Iglesia. Tenemos que salir, extender nuestro dedo y «señalar los caminos» por los que pasa el Señor para que quienes no conocen a Cristo sepan quien es y para que quienes han tomado un rumbo equivocado —confundidos por las vicisitudes de este mundo que ha alterado el orden de los valores— retomen el camino. Responder a la misión que se nos ha dado, como Juan, es responder a la vocación con entrega, servicio, docilidad y, como es respuesta a Dios, grandeza y plenitud de vida. Termino mi reflexión recordando el encantador pueblecito de Ain Karem, al oeste de Jerusalén en donde está el lugar en donde Juan recibió su nombre. En el interior de la iglesia, que visité a inicios de este 2018, hay una gruta, que la tradición identifica con el lugar del nacimiento de Juan. El muro del patio de la iglesia, muestra la oración de acción de gracias que Zacarías dijo cuando Juan nació, el «Benedictus» (Lucas 1,68-79) en 24 idiomas. Al recordar esto le pido a nuestro Padre celestial la gracia de vivir cada día, en mi sacerdocio, la experiencia apasionante de la amistad con Jesús, místico esposo de la Iglesia y parecerme —aunque sea un poquitito— a Juan Bautista, para que sepa testimoniar mi consagración a Dios con perseverancia y valentía como él y no me anuncie nunca a mí, sino a Cristo, que fue quien me llamó a ser también su precursor. ¡Felicidades a todos los Juanes, bendecido domingo y feliz fiesta de la natividad de San Juan Bautista a todos! 

Padre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario