Un nuevo día y otro viernes más para terminar casi para todos la semana laboral y académica mientras la Cuaresma sigue avanzando. Cada día de este tiempo privilegiado del Año Litúrgico, tenemos la oportunidad maravillosa de realizar las obras que propone la Iglesia para ayudarnos en nuestro proceso de conversión: oración, limosna y ayuno. Hoy viene en nuestra ayuda, para motivarnos, el profeta Ezequiel, quien en la primera lectura nos recuerda algo muy importante: "Si el pecador se arrepiente de los pecados cometidos, pone en práctica los mandamientos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente vivirá y Dios no se acordará de los delitos que cometió; vivirá a causa de la justicia que practicó" (cf. Ez 18,21-22). No debemos bajar la guardia, sino seguir trabajando para llegar a metas más altas y alcanzar la dicha de celebrar la Pascua con una nueva vida. Dios nos está dando la oportunidad: "¿Acaso quiero yo la muerte del pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva?" (Ez 18,23).
Así, gracias al profeta Ezequiel, en la primera lectura de hoy, captamos con más claridad cómo es que la salvación depende de la conducta de cada uno de los miembros de la comunidad eclesial. Dios no lleva cuenta del pasado (ni ajeno, ni propio), ni de los delitos en los que uno hubiera incurrido. Ni las obras buenas del pasado valen si las niega la actitud actual del creyente. El encanto de la conducta actual lo dicta la conversión de un corazón que se prepara en la Cuaresma con un espíritu de conversión para reblandecerse y ser nuevo viviendo el espíritu de la misericordia de Dios. La vivencia de la Cuaresma es a la vez un proceso personal y comunitario, pues si cada uno de los que formamos la Iglesia nos entregamos a vivirla con intensidad, los frutos se verán en toda la comunidad. Por su libertad interior, el hombre puede, en todo momento, convertirse y orientar su vida tal como él quiere. Ezequiel nos recuerda también que hay que estar atentos y no dar marcha atrás en este proceso de conversión, porque las consecuencias pueden ser fatales: "Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere" (Ez 18,26).
La perícopa evangélica que San Mateo nos presenta en el Evangelio de hoy, está en perfecta sintonía con esto (Mt 5,20-26). Mateo insiste en la reconciliación, que es un un elemento vital en la Cuaresma: En las comunidades de aquella época, había muchas tensiones entre grupos radicales con tendencias diferentes, sin diálogo. Nadie quería ceder ante el otro. San Mateo ilumina esta situación con palabras de Jesús sobre la reconciliación que piden acogida y comprensión. ¡Por esto, hayb que aprovechar la Cuaresma y buscar la reconciliación lo más pronto posible, tanto con Dios como con los hermanos. La materia a revisar es sencilla, Jesús nos la recuerda hoy y otros de estos días de Cuaresma en diversos textos que nos tienen que dejar pensando: No matar (Mt 5,21), no cometer adulterio (Mt 5,27), no jurar en falso (Mt 5,33), amar al prójimo y odiar al enemigo (Mt 5,43) y otras citas más. ¿Cómo voy viviendo mi Cuaresma? ¿Voy caminando a metas más altas de santidad? ¿A dónde me están llevando las prácticas cuaresmales como la abstinencia de carne el día de hoy? Que María Santísima nos ayude a seguir avanzando hasta alcanzar de su mano una vida nueva en la Pascua que llegará ya muy pronto, porque hoy todo va de prisa. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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