sábado, 7 de octubre de 2017

«Nuestra Señora del Rosario y la sencillez»... Un pequeño pensamiento para hoy


El 7 de octubre de 1571 Occidente fue liberado de la amenaza turca por la victoria de la batalla de Lepanto, que se atribuyó al rezo del santo Rosario. El Papa San Pío V instituyó, por eso, una fiesta en honor de Nuestra Señora del Rosario y ahora, cada 7 de octubre, la Iglesia nos invita no a conmemorar un acontecimiento lejano, sino a descubrir el lugar de la Santísima Virgen María en el Misterio de la Salvación y a saludar a la Santa Madre de Dios como lo hizo el ángel Gabriel: ¡Ave María! San Lucas nos presenta a María al principio de la Redención como la mujer llena de Dios: «llena de gracia» (Lc 1,28). La mujer sencilla que escucha la Palabra de Dios y acepta colaborar en su Plan de salvación con total disponibilidad y generosidad: «Hágase en mi según tu palabra» (Lc 1,38) y que, al inicio de la expansión de la Redención a todos los pueblos de la tierra, siguió, como hasta ahora lo hace, al lado de los discípulos–misioneros de su Hijo como la Madre que acompaña e intercede, que escucha y cree, que conforta y alienta: «subieron a la sala donde solían reunirse…Todos ellos, íntimamente unidos se dedicaban a la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y se sus hermanos» (Hch 1,14). María siempre estuvo al lado de Jesús en su vida terrena y después María es parte importantísima de la «nueva familia» de Jesús que es la Iglesia formada por todos sus discípulos–misioneros.

Rezar el Rosario es ir recordando con la Virgen los Misterios de la Vida de Jesús, desde su infancia hasta la venida del Espíritu Santo y la coronación de la misma Virgen María como Reina del cielo. El Rosario ha sido durante siglos la oración de la gente sencilla, de aquellos que se desnudan de su orgullo y se hacen sencillos como los pequeños de este mundo. El júbilo de Cristo, el gozo inmenso del Hijo de Dios e Hijo de María, con quien recorremos esos Misterios, se hace evidente en los pequeños, en los sencillos que, como María, escuchan la palabra anunciada por los enviados y de esta manera acceden a la relación entre las personas divinas de la Trinidad (Lc 10,21-24). San Lucas, en este trocito del Evangelio, nos recuerda que los sabios y doctos, en su seguridad, se complacen en su competencia intelectual y teológica y que, muchas veces, esta actitud les impide entrar en el dinamismo dado por Jesús a la salvación. Al recitar el Rosario, los discípulos–misioneros recordamos que la humildad acrecienta la fe y que la oración fervorosa y sencilla con María, tiene sus efectos sobre todos los que acogen, con sencillez, la benevolencia del Padre y se dejan envolver por ella.

Si cada sábado la Iglesia honra a la Santísima Virgen María, este sábado de octubre, que es el mes misionero honrémosla más. Recemos el Rosario Misionero por los cinco continentes del mundo, y colaboremos con las obras evangelizadoras de los misioneros. En el libro «El Rosario: Teología de rodillas», el sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus, propone y explica 10 consejos prácticos para rezar el Rosario todos los días. Yo solamente los comparto aquí mismo en mi blog (Haz click aquí), con algunas pequeñas adaptaciones, para animar a todos a rezar diariamente el Santo Rosario.

Padre Alfredo.

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