sábado, 5 de noviembre de 2022

«Un tema peliagudo»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Lc 16,9-15) toca un tema peliagudo, el tema del dinero. Es un tema que, por ejemplo, en la Iglesia, a mucha gente no le gusta que se toque a pesar de que, por ejemplo, en mi caso como párroco, sé que la situación financiera de la parroquia medio se sostiene de las colectas dominicales y de los diversos estipendios por celebraciones. De allí sale el sueldo de los empleados, el pago de su seguro social, las primas vacacionales, la manutención de los sacerdotes, el pago de impuestos, la transferencia para la curia... Pero voy al texto: Jesús dice: «Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo». Más adelante Jesús nos recuerda que no podemos servir a Dios y al dinero, porque bien sabemos que el corazón acaba escogiendo: o se ama a Dios sobre todas las cosas o se acaba amando a todas las cosas sobre Dios. Creo que entonces queda muy claro que Jesús invita con estas palabras a no hacer del dinero un absoluto o una fuente de satisfacción solitaria, y en el fondo estéril, sino a pensar en los demás y compartir.

Ciertamente que esto no significa que si escogemos a Dios ya no podamos disfrutar de los bienes de la tierra. De hecho, es al contrario: el que sirve a Dios, usa las cosas como medios, no como fines; y ese desprendimiento hace que saboree las cosas con libertad. En cambio, el que sirve al dinero y pone su corazón en las cosas materiales, pierde constantemente la paz y la alegría, porque nunca tiene bastante. Así que a la luz de este pasaje evangélico hemos de preguntarnos qué destino damos al dinero y que lugar le damos al mismo en nuestras vidas. 

Alguien me platicaba que en su comunidad parroquial, que es bastante pobre porque va comenzando, varias familias, también de escasos recursos, se organizaron para terminar de edificar el templo parroquial y el salón de usos múltiples. Esta familia católica, junto con otras de esa misión parroquial, decidieron hacer una reducción de sus gastos para poder aportar un poquito más en la colecta dominical y en los bonos de cooperación. Ya sabemos que el dinero a la mayoría de nosotros no nos sobre, pero... ¿qué tan bien lo administramos en medio de una sociedad materialista que funda su sostén en el consumismo desmedido? Que la Virgen María nos ayude a hacer un buen examen y que, aunque a muchos no les guste tocar el tema, seamos conscientes de que el dinero no es para desperdiciarlo. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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