En nuestra vida de discípulos–misioneros, en la evangelización, la catequesis, la construcción de la comunidad, debemos mantenernos despiertos, ser inteligentes para buscar los medios mejores. Al menos con la misma diligencia que muchos ponen para los asuntos materiales. Para que vaya bien el negocio la gente se sienta y hace números para ver cómo reducir gastos, mejorar la producción, tener contentos a los clientes. ¿Cuidamos nosotros así nuestra tarea evangelizadora?
Los hijos de este mundo se esfuerzan por ganar más, por tener más, por mandar más. Y nosotros, los seguidores de Jesús, los que hemos recibido el encargo de ser luz y sal y fermento de este mundo, tenemos que poner más empeño y esfuerzo para ser eficaces en la tarea que Dios nos ha encomendado. Bajo la mirada amorosa de María pensemos muy seriamente en esto y pongámonos listos para que Jesús sea cada vez más conocido y más amado a nuestro alrededor. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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