viernes, 25 de noviembre de 2022

«Como cuando la higuera empieza a echar brotes»... Un pequeño pensamiento para hoy


Nuestro Señor Jesucristo toma, en el evangelio de hoy (Lc 21,29-33) una comparación de la vida del campo para que sus oyentes entiendan la dinámica de los tiempos futuros: «cuando la higuera empieza a echar brotes, sabemos que la primavera está cercana». Así, los que estén atentos comprenderán a su tiempo «que está cerca el Reino de Dios», porque sabrán interpretar los signos de los tiempos. Algunas de las cosas que anunciaba Jesús, como la ruina de Jerusalén, sucederán en la presente generación. Otras, mucho más tarde. Pero «sus palabras no pasarán». Hace aproximadamente dos mil años que Cristo pronunció estas palabras, y no pueden ser más actuales. No hace falta detenerse demasiado en dicho discurso para encontrar rápidamente el paralelismo entre lo que Cristo nos describe y lo que nosotros vivimos en la actualidad. Ante tanta adversidad el mensaje de Cristo es, como siempre, esperanzador: «El Reino de Dios está cerca».

Jesús nos invita a fijarnos en la higuera o en cualquier árbol de hoja caduca porque cuando observamos que echa brotes, caemos en la cuenta de que la primavera está cerca. Si somos capaces de observar esto, también podemos saber que cuando sucedan «estas cosas» el reino de Dios está ya cerca. Se trata, pues, de una realidad que no irrumpe abruptamente, sino que se va abriendo paso como la savia que hace brotar hojas nuevas en los árboles tras los rigores del invierno. Los dichos se refieren a la inminencia de este proceso —«antes que pase esta generación»— y a la seriedad del mensaje que Jesús anuncia —«mis palabras no pasarán»—.

Siempre hemos de estar atentos a las señales de los tiempos y de los lugares; son elocuentes para indicarnos algo de la voluntad de Dios sobre nuestras vidas, no solamente para pensar en el fin del mundo. El Concilio Vaticano II retomó con fuerza el tema de los «signos de los tiempos» de los que ya en otra ocasión he reflexionado con ustedes: «es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos. Es necesario comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones» (GS 4). En el fondo, no debemos esperar encontrar la fecha de cumplimientos de profecías viejas o premoniciones presentidas: es la cercanía o lejanía del Reino lo que nosotros podemos y debemos discernir de entre los signos de los tiempos. Pidamos a María su asistencia para captar, como Ella, lo que Dios nos quiere decir. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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