Los discípulos–misioneros de Cristo tenemos memoria: miramos muchas veces al gran acontecimiento de hace dos mil años, la vida, la pasión, la muerte y la Pascua de nuestro Señor Jesucristo. Tenemos un compromiso con el presente, porque lo vivimos con intensidad, dispuestos a llevar a cabo una gran tarea de evangelización y liberación. Pero tenemos también instinto profético, y miramos al futuro, la venida gloriosa del Señor y la plenitud de su Reino, que vamos construyendo animados por su Espíritu.
Mañana será ya el primer domingo de Adviento. ¿En qué condiciones empezaremos este nuevo año litúrgico? ¿Qué esperamos de este tiempo de Adviento que está ya a la puerta? Todo depende de cómo hayamos vivido el Tiempo Ordinario que hoy termina. Por eso necesitamos cultivar una actitud orante que nos permita estar despiertos ante la realidad y descubrir los signos de los tiempos. Como María, mantengamos una acción vigilante para que Dios se muestre a la humanidad y sobre todo podamos escuchar su voz. ¡Bendecido sábado, último día del Tiempo Ordinario!
Padre Alfredo, M.C.I.U.
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