domingo, 20 de noviembre de 2022

«Cristo Rey»... Un pequeño pensamiento para hoy


Llegamos a la última semana del Tiempo Ordinario de la liturgia en la Iglesia, ya el próximo domingo empezaremos el Tiempo de Adviento y con ello una nueva serie de reflexiones que este año irán en torno a la vida y obra de los santos, beatos, venerables y siervos de Dios que han hecho vida el Evangelio en una entrega heroica en el diario devenir de la existencia. Hoy, para cerrar este ciclo litúrgico, se celebra la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, así que la reflexión de nuestro día conviene que gire en torno a esta celebración. Durante los domingos de este ciclo C que hoy cerramos, las lecturas del evangelista San Lucas nos han acompañado y se han hecho el punto de referencia para el pequeño pensamiento de cada día que ha querido llevarnos a Cristo, el centro de nuestra vida, de nuestro ser y quehacer para asumir y vivir en la medida de nuestras posibilidades lo que ser discípulo–misionero de Cristo significa.

Celebrar a Cristo Rey, es celebrar que Él es quien da sentido a todo lo que somos y hacemos. El Evangelio de hoy (Lc 23,35-43) es fuerte, nos hace ir al encuentro del Crucificado que, desde la Cruz, después de haber sido azotado y severamente maltratado, es puesto en la Cruz y reina victorioso desde allí. ¿Quién puede entender un reinado así? ¿Cómo se puede pensar en un Rey crucificado? Es que así es el reinado de Cristo, el que Él vive y que nos invita a compartir. En Juan 10,18 Él había dicho: «A mí nadie me quita la vida, yo la doy porque quiero». En el trance de la cruz Jesús reina y se sigue comportando como transparencia de la misericordia divina, ejerciendo su oficio de salvador, rescatando a quien puede para el paraíso. Siempre perdonando y siempre acogiendo. La salvación de Jesús se nos muestra por lo tanto, no como algo restringido, reducido, sino abierto y universal, aunque en un principio haya sido rechazado, esa decisión no es considerada definitiva, sino que se puede rectificar y aceptar la salvación de Jesús, en cualquier momento. Es lo que ha sido la constante de su Evangelio, la misericordia del Señor llevada hasta el extremo.

La realeza de Jesús no es como la que el mundo conoce, Jesús no es un rey impuesto, sino un Rey a quien nosotros, voluntariamente, hemos de aceptar si queremos. Jesús habla de un reino que no tiene nada que ver con el dominio y el sometimiento, nada que ver con el poder y la espada, sino que es el reino del testimonio de la verdad, y ese testimonio de la verdad sólo es posible descubrirlo escuchando su palabra, interiorizando su mensaje, y después llevando a la práctica lo que el nos pide. Por eso la mejor manera de celebrar esta fiesta es hacernos esta pregunta, ¿qué lugar ocupa Jesús en mi corazón?, ¿qué importancia tiene para mí lo que Él dijo y que ha quedado plasmado en su Evangelio? ¿Estoy luchando para que el lugar que ocupa en mi corazón como Rey no sea ocupado por otros reyezuelos que son los que dominan a la sociedad con la mundanidad? ¿A quién he sentado en el trono de mi corazón? Son buenas preguntas... Recurramos a María Santísima y desde allí, junto a ella, responsamos y alabemos a nuestro Rey. ¡Bendecido domingo!

Padre Alfredo.

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