reconociéndome amado por Ti,
he visto cuánto te necesita
el mundo.
A pesar del miedo
y la duda, aquí estoy.
Envíame a ser, lo que has soñado
para mí, desde la eternidad.
María Madre de los jóvenes,
tú que dijiste «Sí» con alegría,
enséñame a hacer,
todo lo que Él me diga.
Amén.
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