miércoles, 27 de julio de 2022

«El tesoro y la perla»... Un pequeño pensamiento para hoy


Hoy el evangelio (Mt 13,44-46) nos invita a reflexionar una vez más como cada día.  En esta ocasión el trocito, que es pequeño, nos ayuda ver que la alegría del Evangelio es como la alegría de aquél que, habiendo encontrado un tesoro, se vuelve loco de alegría, se regresa a casa y vende todo lo que tiene para poder comprar el campo en cuestión. Seguramente los vecinos han de haber pensado que se volvió loco y sospecharían que quizá estaba siendo chantajeado por alguien y necesitaba dinero, o que tal vez perdió todo u dinero en el casino... como sucede a algunas gentes en la actualidad. Pero aquel hombre sabía muy bien adónde quería llegar, y no le importó lo que dijeran de él. No le impresionaron las palabras ni los juicios de los demás, porque sabía que el tesoro que encontró vale más que todo cuanto tenía.

Esta parábola del tesoro y también la de la perla preciosa que hoy tenemos, nos ayudan a valorar la sabiduría que descubre cuáles son los valores auténticos en esta vida, y cuáles, no, a pesar de que brillen más o parezcan más atrayentes. ¿Qué es más importante para ti como discípulo–misionero de Cristo: el dinero, la salud, el éxito, la fuerza, el gozo inmediato?, ¿o la felicidad, el amor verdadero, la cultura, la tranquilidad de conciencia? Hay que saber dar su lugar primordial a los valores del Reino que Dios más aprecia, cuáles sus planes sobre nosotros, los que nos conducen a la verdadera felicidad. A veces, son verdaderamente un tesoro escondido o una perla única. Muchos niños, jóvenes y adultos, tienen la suerte de poder agradecer a Dios el don de la fe, o de haber descubierto en una determinada vocación el camino que Dios les destinaba, o de haberse encontrado con Cristo Jesús, como san Pablo cerca de Damasco, o como san Mateo cuando estaba sentado a su mesa de impuestos, o como los pescadores del lago que oyeron la invitación de Jesús.

Si seguir a Jesús se le antoja un sacrificio muy grande a mucha gente, es que, seguramente, no han descubierto todavía el verdadero valor del Reino y están atrapados entre el materialismo y consumismo excesivo de nuestra sociedad. Hay gente para la que asistir a Misa los domingos viene a ser como una especie de enorme carga que llevan pegada a la espalda y no va o van a la fuerza. Para ellos ser cristiano católico no es motivo de gozo. Posiblemente todavía no han abierto el cofre del tesoro, ni han quitado el polvo que cubre la belleza sin límite de la perla. Pidamos, por intercesión de la santísima Virgen María por todos ellos y, con nuestro testimonio de vida, mostrémosles la alegría del evangelio. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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