Es de suponer que Jesús nos puede dirigir a nosotros la bienaventuranza: «dichosos sus ojos porque ven y sus oídos porque oyen». Es que los ojos de los sencillos son los que descubren los misterios del Reino. No los ojos de los orgullosos o complicados y nosotros, como sus discípulos–misioneros queremos seguirle fielmente en sencillez y alegría. Hemos recibido de Dios el don de la fe y con sencillez intentamos responder a ese don desde nuestra vida. Nos hemos enterado del proyecto de salvación de Cristo y lo estamos siguiendo.
Poder disfrutar de la vida espiritual y de todo lo que Jesús nos enseña es un don de Dios, de tal manera que si Dios no nos regala esa sensibilidad, por más que veamos y oigamos estamos ciegos y sordos. A los que les es dado conocer los misterios del Reino tienen capacidad para reconocerlo en cualquier circunstancia. Por eso es algo que debemos pedir constantemente. Hay que decirle al señor: «Dame conocimiento de la vida del espíritu, abre mi entendimiento para captar lo que quieres de mí». Que María santísima nos ayude y nos aliente a vivir en Cristo, con Cristo y en Cristo. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario