lunes, 4 de julio de 2022

«El profeta Oseas y el pueblo de Dios»... Un pequeño pensamiento para hoy


Oseas fue uno de los pocos profetas del Reino del Norte, o Israel, que dejó profecías escritas. Su libro se vale de metáforas y simbolismos extensos que ilustran la intensidad del amor de Dios por su pueblo. La historia de Oseas es la historia de Dios con su pueblo y es, por lo tanto, nuestra propia historia. La historia de una humanidad siempre tentada a ser infiel, y a la que Dios no se cansa de perseguir con su ternura. Una metáfora fundamental en el mensaje de Oseas es el matrimonio. El factor fundamental de esta metáfora es la experiencia personal  de Oseas en su matrimonio con una esposa infiel (Os 1,2–3; 3,1–3). Del adulterio de su esposa y de sus esfuerzos posteriores por reconciliarse con ella y enmendar su relación, Oseas probablemente adquirió una profunda percepción de la relación del Señor con Israel, cuyos pecados eran como la infidelidad de una esposa. Mediante el uso de esa metáfora, el Libro de Oseas testifica del amor del Señor por Israel mientras espera que su prometida infiel regrese a Él.

Hoy como primera lectura de la Misa está presente Oseas (Os 2,16.17-18.21-22). Es emocionante oír a ese hombre decidido a volver a dar todas las posibilidades a su esposa que ha sido infiel... y hablando de ella con tanto afecto: «le hablaré al corazón.» Y responderá ella, allí, como en los días de su juventud. En aquel día me llamará «Esposo mío», y no me llamará más «Baal mío». Yo te desposaré conmigo para siempre. Ciertamente este pequeño pasaje es uno de los más prominentes de la revelación bíblica. Después de la infidelidad de nuestros pecados, Dios sigue amándonos y sigue proponiéndonos su amor, con la misma ternura de siempre. Es como el canto primaveral y fresco de los primeros esponsales, en la ilusión del primer amor. Oseas ve que ha pasado ya la prueba. La esposa ha sido purificada por el sufrimiento y tendrá en adelante una solidez inquebrantable: «yo te desposaré en la fidelidad»

¡Todo el evangelio de la «misericordia» está ya aquí! Hay que detenerse a contemplar ese Corazón de Dios, capaz de amar de modo totalmente gratuito, infinitamente desinteresado. Dios ama a los pecadores. Dios me ama a mí que soy pecador. Dios nos ama a pesar de nuestras miserias.  La palabra «amor» traduce aquí un término hebreo importante: «hésed». Ese término expresa la idea de un «lazo profundo, apasionado, visceral», una especie de solidaridad vital, un compromiso, una inclinación afectiva. Se ve que se trata de algo que es mucho más que un sentimiento, que un amorío. Desde hoy hasta el viernes estaremos reflexionando en estos unos pasajes del libro de Oseas que aparecerán como primera lectura y que nos vienen muy bien en estos tiempos en que se ve tanta infidelidad a Dios en el mundo. Sea cual sea nuestra situación personal, creo que Dios nos invita constantemente a recomenzar de nuevo, a iniciar siempre una nueva etapa de más amor y fidelidad, evitando los devaneos y las idolatrías con las que nos tienta el mundo de hoy, que el profeta considera como «aventuras extramatrimoniales» y, por tanto, adulterios. Que María Santísima nos ayude a crecer en fidelidad, en justicia y rectitud, como propone Oseas. ¡Bendecido lunes!


Padre Alfredo.

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