sábado, 9 de julio de 2022

«A metas más altas de santidad»... Un pequeño pensamiento para hoy


Los discípulos–misioneros de Cristo de este tiempo, estamos viviendo un cambio de época o una época de cambios en donde muchas personas de todas las edades y de las distintas vocaciones específicas —soltería, matrimonio, vida consagrada y sacerdocio— seguimos como siempre, buscando a Dios en lo profundo y deseando que Él sea el centro de nuestras vidas, porque la vivencia espiritual no tiene época, ni tiempo, ni espacio. Hoy termino la experiencia de Ejercicios Espirituales con un grupo de 30 Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento que hacen la experiencia del «Mes Inesiano» que se inicia precisamente con este espacio de tiempo dedicado a reforzar la vida espiritual para ir a metas más altas de santidad buscando la reforma de vida que ayude a plasmar más los sentimientos de Cristo en el carisma de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento.

El evangelio de hoy (Mt 10, 24-33), parece estar puesto a propósito para quienes terminan estos días de encuentro con el Señor en la oración en la dinámica de los Ejercicios. En él Jesús hace una comparación. Evoca el tipo de relaciones existentes entre los «alumnos» y su «maestro». El Señor nos dice: «El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor. Le basta al discípulo ser como su maestro y al criado ser como su señor». Estos días de retiro, han servido para que estas hermanas misioneras renueven el gozo de su desposorio con Cristo el maestro de toda vida. Todo discípulo–misionero, si es realmente fiel, no puede esperar una suerte mejor que la del maestro. Si el maestro se consagró al servicio de los pobres, de los necesitados, de los descartados y siendo ejemplo de humildad lo único que consigue es que le crucifiquen, los discípulos no pueden aspirar a sentarse en los tronos de este mundo. ¡Cuánto se necesita profundizar en nuestra pertenencia a Dios en nuestros días y no dejarse atrapar por la mundanidad y sus ideologías! 

Yo les confieso que a pesar de ser instrumento de Dios, como facilitador de esta experiencia de ocho días, he recibido mucho del testimonio y de la vida de cada una de estas hermanas que en su condición de religiosas —desposadas con Cristo— dan al mundo tan necesitado de modelos de vida a seguir. El Maestro, que fue crucificado, ha resucitado y sigue enseñando a sus discípulos–misioneros por medio del Espíritu. Continúa enviándonos para ser misioneros abiertos a todas las gentes, y a todas sus culturas. Nos sigue formando en la escucha atenta de su Palabra en la Biblia y en la vida. Así, estos días hemos estado con el Maestro que ha derramado, en cada una de las hermanas y en un servidor, su infinita misericordia. Ahora viene lo bueno... poner todo en práctica para hacer de nuestro mundo un mundo mejor y más lleno de la presencia de Dios. Que María santísima interceda por cada hermana, por mí y por todos en la Iglesia, para que sigamos siendo una copia fiel del Maestro. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

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