El corazón es símbolo del centro de la personalidad y de los movimientos afectivos del alma. En el corazón se concreta la condición de cada ser humano en cuanto es capaz de afectos y sentimientos, hasta convertirse en símbolo del amor y del desamor, de la afección amorosa y del odio. Por eso, el corazón igual que la mente ha de ser redimido por el sagrado Corazón de Jesús, para que el hombre pueda entrar en sintonía con Dios. La acción redentora de Cristo cumple lo anunciado por los profetas: cambiar el corazón pecador en un corazón arrepentido hasta convertirlo de corazón de piedra en corazón de carne, suscitando, en el alma del pecador convertido por el amor del Redentor crucificado, la valiosa respuesta de amor que es arrepentimiento y retorno al amor de Dios.
El valor redentor del amor de Cristo crucificado que se entrega por amor a nosotros, se prolonga en cada misa y, por medio del sacrificio eucarístico de la Iglesia, los efectos de salvación del sacrificio redentor del Calvario, ofrecido de una vez para siempre, alcanzan a todos aquellos que participan en la comunión eucarística. Por eso es tan importante estar en gracia y recibir el amor del corazón de Jesús para darlo a los demás. En esta solemnidad del Corazón de Cristo, acompañados de María, adoremos el misterio del amor de Dios hecho entrega en el Hijo de Dios que da la vida por nosotros, mientras tomamos parte del banquete de fraternidad que él ha dispuesto para nuestra salvación. Hoy es un muy buen día para ir a misa aunque no sea día de obligación. ¡Bendecido viernes! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Padre Alfredo.
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