Por eso vemos en el evangelio de hoy (Mt 5,17-19) que Jesús manifiesta que él ha venido a dar cumplimiento a la Ley, pero él nos enseña el verdadero hilo conductor de esta Ley que es la misericordia en sus múltiples manifestaciones. Las palabras de Jesús, que san Mateo consigna en este párrafo del evangelio son una invitación a los discípulos–misioneros a vivir en el testimonio y en el cumplimiento de la Ley, incluso en los preceptos menos importantes. Este llamado se ratifica con la enseñanza, con el anuncio de la buena noticia. Observar la Ley es vivirla en plenitud y darle, como Jesús, su verdadero cumplimiento; porque el fin de la Ley es Cristo y la voluntad del Padre ha sido revelada en forma definitiva por el Hijo. De esta manera es necesario que leamos y comprendamos el Antiguo Testamento a la luz de Jesucristo.
Complementando esto, en la última sección del evangelio de este día, Jesús nos enseña la malicia del escándalo: «El que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos» (Mt 5,19). Porque —como dice san Juan— «quien dice: “Yo le conozco” y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él» (1Jn 2,4). A la vez, Jesús nos enseña la importancia del buen ejemplo: «El que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos» (Mt 5,19). El buen ejemplo es el primer elemento del apostolado cristiano. Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber hacer vida la Ley. ¡Bendecido miércoles!
Padre Alfredo.
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