viernes, 10 de junio de 2022

«Fidelidad»... Un pequeño pensamiento para hoy


En el evangelio de este día (Mt 5,27-32), Cristo exige a sus seguidores, a sus discípulos–misioneros, que se tomen en serio el matrimonio. La fidelidad matrimonial —y, equivalentemente, por supuesto la fidelidad a la vida religiosa o ministerial— es algo que cuesta y que se conquista. Porque no se trata de ser fieles en los momentos en que todo va bien, sino también cuando no se siente gusto inmediato en la entrega. Además, hay algo muy importante que tomar en cuenta, que Jesús quiere llegar al fondo de los corazones. Lo que mancha al hombre no es su cuerpo, sino su mente, su deseo, su intención. En la humanidad, Jesús introduce un nuevo valor: el respeto profundo de sí mismo, el respeto del otro sexo, la nobleza del amor... En Israel, en tiempo de Jesús, el divorcio era legal: pero, dice Jesús, no es a este nivel «exterior» que se juega lo esencial. La moral conyugal, la moral sexual, no es ante todo una lista material de actos permitidos y de actos prohibidos... es una actitud interior, mucho mas exigente que pide una continua superación.

Jesús experimenta la necesidad de remplazar el contenido de las leyes de la antigua alianza que por tanto uso y abuso habían perdido vigencia frente a las exigencias de una alianza nueva que ya no se puede aplazar más. En esto Jesús no sólo está hablando a la gente de su tiempo; él se las supo ingeniar muy bien para ser contemporáneo de las futuras generaciones porque como sabemos, el evangelio siempre acontece. Todo en Él está referido a la manera como el ser humano debe enderezar sus sentimientos para que la transformación de la realidad —su propia realidad personal y la realidad social también— sea posible. La trascendencia del proyecto de Jesús está en que desborda tiempos y espacios determinados. La superioridad de los mandamientos que inaugura Jesús se hace patente cuando, al referirse al adulterio —por ir al ejemplo de hoy—, va más allá de la fidelidad física, la cual podría ser controlada con determinada ley, y se preocupa de la fidelidad que no se ve pero que se juega en la conciencia.

Las palabras de Jesús pueden sonar un tanto duras para la sociedad actual. Radicales, tal vez para quienes piensan que la palabra de Dios tiene que adecuarse a nuestros tiempos. Sin embargo, Jesús no quiere dejar nada al beneficio de la duda y la Palabra de Dios es la misma ayer, hoy y siempre. Todo aquello que nos haga caer en pecado debe ser erradicado de nuestras vidas y eso es posible hacerlo, aunque parezca una tarea espinosa o embarazosa. Jesús utiliza estos ejemplos simbólicos para que entendamos que nuestro cuerpo o nuestra condición humana no debe dominarnos y que es posible erradicar de nuestras vidas todo aquello que no nos permite presentarnos ante Dios. Todo aquello que no nos permita gozar plenamente de las bendiciones que Dios tiene para nuestras vidas. No debemos andar justificándonos en nuestra condición humana, en nuestras debilidades. Es posible echar de raíz todo lo que nos aleja de Dios. Que María santísima nos ayude a seguir creciendo en la fidelidad y en el cuidado de la vivencia de nuestra fe. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

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