jueves, 9 de junio de 2022

«Jesucristo, sumo y eterno sacerdote»... Un pequeño pensamiento para hoy


El día de hoy, la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de Jesucristo sumo y eterno sacerdote. Hoy admiramos al Señor como nuestro Buen Pastor y Salvador, que se deshace por su rebaño, al que no abandonará nunca. El Evangelio nos muestra que Jesús manifiesta «ansia» por los suyos, por nosotros: «Cuanto he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer» nos dice en el evangelio de hoy (Lc 22,14-20). No puede haber mediador más perfecto... Cristo, resucitado, glorificado a la derecha del Padre es «el heredero» de todas las cosas. Su dominio es eterno, sobre todo pueblo o nación; su reino no tendrá fin. Cristo es el punto culminante de la historia humana y de la historia de la salvación. Es «alfa y omega» de la creación entera. Él es «el esplendor», la irradiación de la gloria de Dios: reflejo de la luz eterna, espejo vivo de la actividad de Dios, imagen de su bondad.

Esta fiesta nos lleva a agradecer esta entrega sacerdotal de Cristo pero también nos hace pensar en los sacerdotes, todos estos hombres que, escuchando el llamado del Señor, han querido también experimentar esa «ansia» de Jesucristo. El Orden sacramental es una dimensión esencial para la Iglesia, y por eso fue incluido entre los sacramentos. Este es un día para comprender el sentido y la función de este «sacramento» particular en consonancia con la Sagrada Escritura y la realidad de las cosas partir de la Iglesia como «sacramento original». Un sacramento esencial para la existencia de la Iglesia y en el que ésta se actualiza.

Aunque todos los jueves pedimos por los sacerdotes y recordamos la institución de este sacramento el Jueves Santo, la Iglesia quiere contemplar hoy a Cristo Sacerdote que se asemeja en todo a sus hermanos, a fin de ser misericordioso. Hoy se nos recuerda que el sacerdocio de Cristo y el de quienes han recibido este sacramento, no sigue el camino de la ambición, de la soberbia y del poder, sino el camino de la humillación, del sufrimiento y de la muerte, de la entrega total. Recordemos en este día a todos los sacerdotes que han pasado por nuestra vida, desde el sacerdote que nos bautizó hasta el que acabamos apenas de ver en misa o en la confesión. Que María Madre de Cristo sacerdote nos acompañe a orar por ellos. ¡Bendecido jueves celebrando a Cristo sumo y eterno sacerdote!

Padre Alfredo.

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