Pedro, el apóstol impulsivo, que quería de veras a Jesús, aunque se había mostrado débil por miedo a la muerte, tiene ahora la oportunidad de reparar la triple negación que hizo con una triple profesión de amor. Jesús le rehabilita delante de todos: «apacienta mis corderos... apacienta mis ovejas». A partir de aquí, como hemos visto en el libro de los Hechos de los Apóstoles que hemos leído en todas las misas de Pascua, san Pedro dará testimonio de Jesús ante el pueblo y ante los tribunales, en la cárcel y finalmente con su martirio en Roma.
El final de la Pascua es inminente, solo nos queda hoy y el día de mañana para celebrar Pentecostés el domingo. Yo creo que cada uno de nosotros, como discípulos–misioneros de Cristo, podemos reconocer que muchas veces hemos sido débiles, y que hemos callado por miedo o vergüenza, y no hemos sabido dar testimonio de Jesús, aunque tal vez no le hayamos negado tan terriblemente como Pedro. Sigamos caminando hacia la fiesta de Pentecostés acompañados de María, como lo hicieron aquellos primeros y manifestemos nuestro amor al Señor. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario