Él nos dice que debemos amar a nuestros enemigos, y más que eso, que debemos ser perfectos como es perfecto nuestro Padre Celestial. Y es que viendo de fondo este pasaje del evangelio, nos queda muy en claro que Dios trata a todos de la misma manera, sean amigos o enemigos porque Dios nos ama a todos, y no se venga ni castiga, como pensaban algunos de los judíos de aquellos tiempos de Cristo. Pero es una realidad, hasta nuestros días, que nos cuesta mucho hacer el bien a quien nos quiere mal, perdonar a quien nos ofende y olvidar agravios pasados. Pero el estándar de nuestra vida no es la práctica del mundo. El estándar de nuestra vida, como discípulos–misioneros de Cristo lo es Dios mismo.
Por eso en este fragmento del evangelio hemos de ver que el amor vivido por Jesús es alentador, es un amor liberador. Podemos encontrar que ciertamente es muy difícil perdonar, pero el principio del perdón puede ser rezar por aquellos que necesitamos perdonar. Podemos amar solo a aquellos que nos corresponden nuestro amor, pero el principio del amor verdadero es no esperar ni querer retribución. Recemos, unidos con María, para que nuestro amor sea como la luz del sol que ilumina a todos, amigos y enemigos. ¡Bendecido martes!
Padre Alfredo.
Si todos pusiéramos en práctica lo que dice este mensaje,el mundo sería otro y nosotros llenos de gozo.
ResponderEliminarGracias Padre Alfredo!