viernes, 31 de diciembre de 2021

«EL último día del año 2021»... Un pequeño pensamiento para hoy


Llegamos al último día del año, de este 2021 caótico que parecía mejorar poco antes de Navidad cuya fiesta pudimos celebrar con un gozo inmenso y nuestras Eucaristías con gran participación y que ahora nos da una nueva estocada ya cuando está en agonía, bajándonos el aforo en nuestros Templos al 50%, debido al aumento de casos de Covid-19 en su variante ómicron. El evangelio de hoy, que es el prólogo de san Juan, nos conforta y nos muestra a Jesús como punto de referencia único de la historia (Jn 1,1-18). Hoy podemos hablar de que todo nuestro tiempo, en la vida humana y en la fe, tiene un único centro y criterio: Jesús. En él debemos confiar y a su cuidado de Buen Pastor nos hemos de acoger, aunque en estos días lo veamos como un niño pequeñito e indefenso envuelto en pañales y recostado en un pesebre.

El evangelio nos invita a contemplar a Jesús porque en él está toda la gracia y el amor de Dios; y esta gracia y amor los hemos visto en su hacerse hombre, en su «carne». Sólo en la vida concreta de este Jesús podemos encontrar la gloria de Dios, el sentido de todo aún en medio de la incertidumbre que vivimos por esta pandemia que parece interminable. Al igual que el año pasado hemos vivido una incertidumbre colectiva que nos ha llevado por una montaña rusa de situaciones y emociones. Mucha gente vive el sentimiento de pérdida y de desolación, pero también de pausa. Dios ha estado con nosotros de enero a diciembre, las 24 horas del día, en las alegrías y aún más en las tristezas, en el instante en que una persona que llegó a nuestra vida y en cada uno de las que vimos partir, en los triunfos y en los fracasos, viendo cada una de nuestras sonrisas y secando cada una de nuestras lágrimas, ¿Por qué no agradecerle cada uno de esos momentos? Sin lugar a duda en todo tiempo Dios ha estado a nuestro lado, fiel como siempre, incondicionalmente, con los brazos abiertos nos rodeó con alegría y con su calidez en las difíciles circunstancias, mostrándonos que no todo lo negativo es malo, sino que hay cosas que simplemente no nos fueron convenientes o no eran tan buenas como pensábamos en su momento.

Con la llegada del Año Nuevo, el 2022, somos muchos los que empezamos a hacer balance del año que está a punto de finalizar, y a proponernos nuevos retos para el próximo. Esa lista de propósitos y metas que muchos realizan pero que muy pocos cumplen se ha convertido, indudablemente, en todo un clásico de esta fecha. Lo cierto es que hay quienes estarán sopesando en lo que no lograron hacer. Otros contentos, deseando iniciar otro año pensando que quizás les traiga mejores cosas y se acabe ya esta calamidad de la pandemia, otros estarán agradecidos de las innumerables bendiciones recibidas. No importa en qué grupo estemos, el Señor estuvo con nosotros todo el tiempo y lo estará también en el futuro. Como decía santa Teresa de Ávila: «Dios no se muda». Demos gracias a Dios, bajo la mirada dulce de María, la Madre fiel que tampoco nos ha abandonado ni un instante, por todo lo acontecido en nuestras vidas en este 2021, y abramos nuestro ser con esperanza al 2022. ¡Bendecido viernes, último día del año!

Padre Alfredo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario