Creo también que al llegar a este día en el que iniciamos un nuevo año, debemos iniciarlo expresando nuestro sentimiento de gratitud para con Dios. Yo sé que todos los creyentes, todos los discípulos–misioneros de Cristo estamos conscientes de que nos esperan grandes retos y debemos afrontarlos unidos con optimismo, inteligencia, dedicación y trabajo tesonero, elementos que no se pueden marginar. Otros aspectos en los cuales no se puede ceder son: la calidad de la vida de familia y la promoción de una cultura de cuidado del medio ambiente que nos anime a una convivencia armónica con la madre naturaleza, a pesar de los estragos de esta enfermedad que parece no v a acabar nunca y que hay que aprender a convivir con ella. Que la luz del Niño Dios nacido en Belén y la alegría de los ángeles que cantaron su gloria inunde a todas nuestras familias en esta Navidad que aún estamos viviendo y que el Señor nos dé a todos y todas un venturoso Año Nuevo 2022.
Y si estamos reflexionando juntos, quiere decir que empezamos bien este año 2022. Dios nos presenta el mejor programa: pase lo que pase en sus doce meses, nos ha hecho hijos en el Hijo, como nos recuerda la segunda lectura (Gal 4,4-7) de la Misa de la fiesta de hoy de Santa María Madre de Dios. Esta fiesta de hoy además se centra en la celebración de la Jornada Mundial por la paz y es una fiesta que nos invita a celebrar «la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la que merecimos recibir al Autor de la Vida» (Pablo VI, Marialis Cultus 5). Es la fiesta mariana más antigua de la Iglesia romana, y ha quedado muy bien encuadrada en la octava de la Navidad. Es bueno empezar el año recordando a «aquella de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo» (oración colecta), y escuchando al evangelio (Lc 2,16-21) que nos la presenta profundizando en el misterio de la Navidad: «y María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón». Nadie mejor que ella, la Madre, nos puede servir de modelo para la acogida y la celebración del nacimiento del Hijo de Dios en nuestra historia y en nuestra vida. El recuerdo gozoso de la Madre del Salvador es para los miembros de la Iglesia entera, al iniciar un nuevo año, algo muy propio y cercano. El comienzo de la salvación en la Navidad es también comienzo de la historia de la que luego iba a ser su comunidad, la Iglesia. ¡Feliz y bendecido Año Nuevo 2022!
Padre Alfredo.
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