miércoles, 5 de enero de 2022

«Fe y amor»... Un pequeño pensamiento para hoy


Fe y amor son los criterios de nuestra comunión con Dios y es el tema que el apóstol san Juan toca en la primera lectura de la misa de hoy (1 Jn 4,11-18). Para san Juan las dos virtudes se compenetran y se apoderan juntas de la persona del cristiano. Toda decisión de fe implica el amor, puesto que obliga a una conversión que no puede ser más que don de sí. Sabemos que la vida cristiana posee una doble dimensión, vertical y horizontal. La primera nos hace tomar conciencia de que Dios es amor, de que efectivamente nos ha amado hasta el punto de enviarnos a su Hijo y de que quiere establecer su morada en nosotros. Esto forma parte de nuestra profesión esencial de fe. Esta fe nos fuerza a amar a nuestros hermanos como nosotros somos amados por Dios.

Ciertamente, san Juan no es el único autor sagrado que habla del amor y de la fe. Dado que tanto el amor, como la fe son elementos esenciales del cristianismo, todos los escritores del Nuevo Testamento hablan de ello, aunque con diversos matices. Pero, si ahora nos detenemos a reflexionar sobre este tema en san Juan, es porque trazó con insistencia y de manera incisiva sus líneas principales. San Juan no hace un tratado abstracto, filosófico, o incluso teológico, sobre lo que es la fe o lo que es el amor. No, él no es un teórico. En efecto, el verdadero amor, por su naturaleza, nunca es puramente especulativo, sino que hace referencia directa, concreta y verificable, a personas reales y eso creemos por la fe en Dios «que nos ha amado tanto». Pues bien, san Juan, como apóstol y amigo de Jesús, nos muestra cuáles son los componentes, o mejor, las fases de la fe y del amor cristiano.

Este doble tema es también tocado en el evangelio de hoy (Mc 6,45-52). Jesús ama a los suyos, a los que ha elegido para estar con él y para enviarlos a predicar y por este amor no los abandona nunca, aunque habrá momentos en que ellos necesitarán gran fe para saber que él está allí en el momento justo. Dios nos ama y aún en medio de las tempestades de la vida está con nosotros derramando todo su amor librándonos del mal. «No tengan miedo, soy yo» dice a los apóstoles. Si lo que está detrás de todas estas cosas que nos pasan, detrás de toda esta tormenta amenazante que atravesamos, es nada menos que la mano providente de Dios y lo descubrimos por la fe... no debemos tener miedo. Entonces es la fe la que tampoco deja cabida al temor porque prevalece el amor. Estamos aún en Navidad, dejemos que la Virgen Madre nos muestra a Jesús que nos afiance en el amor y en la fe. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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